Julio Hernandez Lopez

Astillero

Astillero  Julio Hernández López

Un caricaturista con sobrados ejemplos de “humor” insultativo y misógino logró que una parte de la oposición que está activa en redes sociales haya reiterado su incapacidad de entendimiento político de la realidad y haya exhibido su ansiedad por tejer alguna forma de “resistencia” o “solidaridad”, aunque sea a partir de “causas” indefendibles.

Antonio Garci Nieto, quien publica algunos de sus trabajos gráficos en un diario de corte económico editado en la Ciudad de México, coronó en sus cuentas de Internet una serie de ataques contra personajes de la llamada Cuarta Transformación. Esta vez, al “solamente reproducir” (según sus evidentemente vanos intentos de justificación) una imagen trucada de la senadora Andrea Chávez, con un abierto propósito de estigmatización de índole sexual.

Aun cuando en primera instancia la joven legisladora chihuahuense denunció los hechos, pero anunciando que no presentaría una demanda contra el mencionado dibujante, a fin de cuentas atendió las exigencias de mujeres para que no se dejara pasar el golpe y decidió iniciar una acción penal mediante la fiscalía de la Ciudad de México, con el señalamiento de que irá hasta el final en este proceso.

La reacción del acusado ha sido poco afortunada, pues ha tratado de cargar el costo de sus errores a una presunta dictadura que le estaría persiguiendo, según eso en busca de acallar la libertad de expresión y el “humor político”. A esa ruta sin sentido se han sumado personajes (Pablo Majluf, René Franco, Sergio Iracheta y Paco Calderón, por dar ejemplos) que reivindican las hechuras del mencionado Garci, que entre más pretende defenderse más se hunde (al igual que quienes proclaman, ilusionados en tener algún tipo de bandera, aunque sea sucia, que “TodosSomosGarciNieto”).

La presidenta Sheinbaum ha decidido mantener la misma política de su antecesor respecto a la oposición: dialogar con gobernadores de tal bandería pero no con dirigencias o grupos relacionados con los partidos contrarios a la llamada Cuarta Transformación. Ha dicho la Presidenta que ella dialogará con el pueblo y los opositores podrán hacerlo con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez.

No es desproporcionada la fórmula para el sexenio en curso, pues las condiciones legales, fácticas y aritméticas de los poderes Ejecutivo y Legislativo corresponden a la legitimidad electoral otorgada el pasado 2 de junio, y el deficitario peso real de los opositores no puede ser compensado o potenciado por la Presidenta de la República mediante diálogos que ni siquiera entre ellos, panistas, priístas o emecistas, pueden sostener con verdadera eficacia y unidad.

Cada vez son más frecuentes las confrontaciones de fuerzas armadas con grupos delictivos, la detención de jefes y operadores de élite e incluso los “daños colaterales” a civiles. A la vista de tales hechos pareciera que, sin declararlo formalmente, la nueva administración pública federal decidió apretar el puño y liberar gatillos.

En la presentación de la estrategia de seguridad del gobierno claudista, que el secretario García Harfuch hizo el 8 de octubre en la mañanera, se asentaron líneas que van más allá de la ahora desaparecida frase de “abrazos, no balazos”. Mencionó, entre “los tres objetivos principales para la construcción de una paz duradera en el país”, el “neutralizar generadores de violencia y redes criminales con atención a zonas de alta incidencia delictiva”.

También dijo que el Sistema Nacional de Inteligencia, que él ya dirige, “permite que la inteligencia naval, la inteligencia militar, inteligencia financiera, se traduzca en productos que se puedan integrar de manera adecuada en las carpetas de investigación y traducirse, perdón, en productos operables”.

¿El giro principal está en “neutralizar” y generar “productos operables” en carpetas de investigación, así como “el despliegue de unidades especiales que cumplimentarán órdenes de aprehensión en puntos de mayor incidencia”? ¡Hasta mañana!

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