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Síntomas de un frenón económico en México y en Estados Unidos 09 de junio de 2025

Columna hoy

Avaricia en USA

El Baldón    José Miguel Cobián

 

En los años 70´s del siglo pasado, los grandes capitalistas americanos encontraron un nicho para bajar sus costos por mano de obra de manera brutal, llevar la producción y por lo tanto, las fábricas, de Estados Unidos a China. Con ello incrementaron de manera sustancial sus ganancias, al grado de que muchas de sus empresas se convirtieron en las más valiosas de Wall Street. Ejemplo: apple.

 

El llevar la producción a China produjo también un efecto indeseado, el incremento del flujo de navegación y en general de logística de un país a otro, con el consecuente daño ambiental. Qué por cierto, hasta el día de hoy, todas esas grandes compañías no asumen como causado por ellos y por lo tanto el costo de la remediación.

 

Hoy, el presidente Trump trata de remediar la pérdida de empleos manufactureros en Estados Unidos. Lo hace, porque ahora que tuvimos la epidemia de covid, se hizo manifiesta la debilidad de las cadenas de suministro. Si ya de por sí, un accidente en el canal de Suez, o un ataque efectivo de los Hutíes en el golfo de Ormus, o cualquier otro hecho fortuito, generaban una escases parcial de productos.

 

Si además de ello, se percibe que los principales insumos, los más escasos, han sido descubiertos en países que no controla nuestro vecino, como es el caso de las tierras raras, hoy tan importantes para todos los componentes electrónicos, nos encontramos con que de repente, Estados Unidos descubrió que es vulnerable, y por ello desea regresar a fabricar en su propio país lo fundamental para conservar lo que le queda de imperio.

 

Ahora Trump genera la idea de aranceles, los cuales van a ayudar muy ligeramente al enorme déficit fiscal de su país, pero ayuda también para obligar a las naciones amigas y a las naciones que consideran como fundamental el comercio con Estados Unidos, a comprar deuda americana, y así ayudar a financiar su déficit un poco de tiempo más. Es decir, darle respiración artificial a la economía norteamericana.

 

Trump creo que ha leído de manera equivocada la solución al problema, y lo digo, porque el nuevo proyecto impositivo, ese de tan bello nombre, provoca un déficit adicional enorme en los próximos cuatro años, al bajar impuestos, sobre todo a los más ricos.

 

Y aquí es dónde se genera la paradoja. Mientras el 3% de los norteamericanos son empleadores, y la inmensa mayoría se han beneficiado de sacar su producción de Estados Unidos, ahora cuando se trata de pagar los platos rotos, no son esos mismos grandes empresarios los que van a cubrir el costo de las decisiones tomadas desde 1970 a la fecha. No, los aranceles elevan el costo de los productos que se venden en Estados Unidos, por lo tanto, esos aranceles serán pagados por la clase media y baja norteamericana. Así, mientras a los más ricos les llega una reducción de impuestos, los estratos económicos inferiores son los que pagan las consecuencias.

 

Si viviéramos en un mundo justo. Tanto el daño ambiental provocado por el brutal incremento de viajes debido a llevar la producción de bienes a dieciséis mil kilómetros de distancia, como el costo económico, debería ser cubierto por las grandes empresas, pero son esas grandes empresas, las que controlan el poder económico y por ende, ningún presidente desearía enfrentarse a ellas.

 

Así las cosas, y ahora, ya sea para distraer a la opinión pública, para vengarse de los demócratas o para afectar la economía de California, tenemos un conflicto social generado por el servicio de migración estadounidense, que puede tener consecuencias catastróficas tanto para el propio estado de California como para México.

 

El problema para México va en tres vertientes. La primera se debe a la imprudencia de la presidencia Sheimbaum de amenazar con movilizaciones sociales si se establecía el impuesto a las remesas. Así, aunque nada tenga que ver con los problemas de Los Ángeles, los radicales podrán acusarla de haberlos originado.

 

La segunda vertiente, es la posibilidad de que muchos de nuestros connacionales salgan de Estados Unidos, lo cual va a reducir la cantidad de remesas que recibe todo el país, pero en especial los estados más pobres, como Guerrero y Michoacán en los que representan el 20% de su PIB.

 

La tercera vertiente, es que en seguridad nacional, allá en Estados Unidos, consideran que el sur de California se ha convertido en un paraíso para terroristas venezolanos e iraníes, así como miembros del crimen organizado de México, lo cual va a provocar una persecución de indocumentados sin precedente en la historia, lo cual a su vez, va a generar una enorme presión económica a un gobierno de Morena que no ha sabido estimular la creación de empleos. Y sin empleos, ya sabemos que la gente busca opciones dentro de las organizaciones criminales, lo cual depara un futuro muy peligroso para México, sobre todo ahora, que ha sido desmantelado el poder judicial, sin haber reforzado las fiscalías, ni los procedimientos de investigación de delitos, tanto del fuero común como del federal, es decir, los criminales encuentran en México el paraíso de la impunidad, ya que pueden hacer lo que gusten, cometer cualquier tipo de crimen y no serán castigados por ello. La otra opción para muchos sería correr el riesgo y volver a Estados Unidos e inundarlo de mexicanos buscando trabajo o asilo.

 

Cualquier escenario no pinta bien. La presidenta podrá reunirse con el presidente Trump en Canadá, pero las semillas de la desconfianza en el país y en su gobierno ya están sembradas. A la todavía primera potencia mundial económica y militar, no le conviene un México con graves problemas económicos y sociales al sur de su frontera. Eso puede ser el inicio de la debacle política de Morena y sus aliados.

Avaricia en USA

Por:

El Baldón    José Miguel Cobián

 

En los años 70´s del siglo pasado, los grandes capitalistas americanos encontraron un nicho para bajar sus costos por mano de obra de manera brutal, llevar la producción y por lo tanto, las fábricas, de Estados Unidos a China. Con ello incrementaron de manera sustancial sus ganancias, al grado de que muchas de sus empresas se convirtieron en las más valiosas de Wall Street. Ejemplo: apple.

 

El llevar la producción a China produjo también un efecto indeseado, el incremento del flujo de navegación y en general de logística de un país a otro, con el consecuente daño ambiental. Qué por cierto, hasta el día de hoy, todas esas grandes compañías no asumen como causado por ellos y por lo tanto el costo de la remediación.

 

Hoy, el presidente Trump trata de remediar la pérdida de empleos manufactureros en Estados Unidos. Lo hace, porque ahora que tuvimos la epidemia de covid, se hizo manifiesta la debilidad de las cadenas de suministro. Si ya de por sí, un accidente en el canal de Suez, o un ataque efectivo de los Hutíes en el golfo de Ormus, o cualquier otro hecho fortuito, generaban una escases parcial de productos.

 

Si además de ello, se percibe que los principales insumos, los más escasos, han sido descubiertos en países que no controla nuestro vecino, como es el caso de las tierras raras, hoy tan importantes para todos los componentes electrónicos, nos encontramos con que de repente, Estados Unidos descubrió que es vulnerable, y por ello desea regresar a fabricar en su propio país lo fundamental para conservar lo que le queda de imperio.

 

Ahora Trump genera la idea de aranceles, los cuales van a ayudar muy ligeramente al enorme déficit fiscal de su país, pero ayuda también para obligar a las naciones amigas y a las naciones que consideran como fundamental el comercio con Estados Unidos, a comprar deuda americana, y así ayudar a financiar su déficit un poco de tiempo más. Es decir, darle respiración artificial a la economía norteamericana.

 

Trump creo que ha leído de manera equivocada la solución al problema, y lo digo, porque el nuevo proyecto impositivo, ese de tan bello nombre, provoca un déficit adicional enorme en los próximos cuatro años, al bajar impuestos, sobre todo a los más ricos.

 

Y aquí es dónde se genera la paradoja. Mientras el 3% de los norteamericanos son empleadores, y la inmensa mayoría se han beneficiado de sacar su producción de Estados Unidos, ahora cuando se trata de pagar los platos rotos, no son esos mismos grandes empresarios los que van a cubrir el costo de las decisiones tomadas desde 1970 a la fecha. No, los aranceles elevan el costo de los productos que se venden en Estados Unidos, por lo tanto, esos aranceles serán pagados por la clase media y baja norteamericana. Así, mientras a los más ricos les llega una reducción de impuestos, los estratos económicos inferiores son los que pagan las consecuencias.

 

Si viviéramos en un mundo justo. Tanto el daño ambiental provocado por el brutal incremento de viajes debido a llevar la producción de bienes a dieciséis mil kilómetros de distancia, como el costo económico, debería ser cubierto por las grandes empresas, pero son esas grandes empresas, las que controlan el poder económico y por ende, ningún presidente desearía enfrentarse a ellas.

 

Así las cosas, y ahora, ya sea para distraer a la opinión pública, para vengarse de los demócratas o para afectar la economía de California, tenemos un conflicto social generado por el servicio de migración estadounidense, que puede tener consecuencias catastróficas tanto para el propio estado de California como para México.

 

El problema para México va en tres vertientes. La primera se debe a la imprudencia de la presidencia Sheimbaum de amenazar con movilizaciones sociales si se establecía el impuesto a las remesas. Así, aunque nada tenga que ver con los problemas de Los Ángeles, los radicales podrán acusarla de haberlos originado.

 

La segunda vertiente, es la posibilidad de que muchos de nuestros connacionales salgan de Estados Unidos, lo cual va a reducir la cantidad de remesas que recibe todo el país, pero en especial los estados más pobres, como Guerrero y Michoacán en los que representan el 20% de su PIB.

 

La tercera vertiente, es que en seguridad nacional, allá en Estados Unidos, consideran que el sur de California se ha convertido en un paraíso para terroristas venezolanos e iraníes, así como miembros del crimen organizado de México, lo cual va a provocar una persecución de indocumentados sin precedente en la historia, lo cual a su vez, va a generar una enorme presión económica a un gobierno de Morena que no ha sabido estimular la creación de empleos. Y sin empleos, ya sabemos que la gente busca opciones dentro de las organizaciones criminales, lo cual depara un futuro muy peligroso para México, sobre todo ahora, que ha sido desmantelado el poder judicial, sin haber reforzado las fiscalías, ni los procedimientos de investigación de delitos, tanto del fuero común como del federal, es decir, los criminales encuentran en México el paraíso de la impunidad, ya que pueden hacer lo que gusten, cometer cualquier tipo de crimen y no serán castigados por ello. La otra opción para muchos sería correr el riesgo y volver a Estados Unidos e inundarlo de mexicanos buscando trabajo o asilo.

 

Cualquier escenario no pinta bien. La presidenta podrá reunirse con el presidente Trump en Canadá, pero las semillas de la desconfianza en el país y en su gobierno ya están sembradas. A la todavía primera potencia mundial económica y militar, no le conviene un México con graves problemas económicos y sociales al sur de su frontera. Eso puede ser el inicio de la debacle política de Morena y sus aliados.

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