CIA amplía vuelos secretos con drones sobre México, afirman NYT y CNN
La Agencia Central de Inteligencia (CIA en inglés) habría ampliado recientemente un programa que consiste en operar drones sobre territorio mexicano para rastrear narcolaboratorios de fentanilo, informaron este martes los medios estadounidenses The New York Times y CNN.
De acuerdo con el NYT, fuentes del gobierno de EU les revelaron que el programa que se había mantenido en secreto comenzó durante el gobierno del expresidente Joe Biden, pero fue ampliado una vez que Donald Trump llegó al poder, el pasado 20 de enero.
En tanto, CNN dijo que la CIA ha estado operando drones modelo MQ-9 Reaper contra los carteles mexicanos. Aunque el entrevistado dijo que los drones no estaban armados, llamó la atención que ese tipo de dispositivos son utilizados por EU para combatir organizaciones terroristas en países como Siria, Iraq y Somalia.
La CIA no ha sido autorizada a utilizar los drones para realizar acciones letales, dijeron los funcionarios, y agregaron que no prevén utilizar los drones para realizar ataques aéreos”, citó The New York Times.
Pero eso no es todo, según ambos medios, la CIA estaba compartiendo la información recabada con el gobierno mexicano.
Los drones estaban sobrevolando “bien dentro del territorio soberano de México”, dijo uno de los funcionarios estadounidenses entrevistados por el NYT.
“La violencia crea más problemas que los que resuelve, y por tanto nunca conduce a la paz.” – Martín Luther King.
En menos de 24 horas, México ha vivido una escalada de hechos violentos que estremecen al país entero. En la capital, el asesinato de la secretaria particular de Clara Brugada y de uno de sus asesores no solo es un ataque directo al equipo cercano de una de las funcionarias más importantes del país, sino un claro intento de sembrar miedo en pleno proceso electoral.
La violencia política no es nueva, pero su intensidad y precisión en estos tiempos indican que hay quienes quieren que el proceso electoral se desarrolle entre sombras, miedo y sangre.
Mientras tanto, en Veracruz, un candidato de Movimiento Ciudadano renunció repentinamente, presuntamente por estar vinculado al crimen organizado. Horas después, un atentado en Juan Rodríguez Clara contra Xóchitl Tress, candidata del mismo partido, deja como saldo dos personas heridas por arma de fuego y, lamentablemente, la primera reportera asesinada durante el sexenio de la Gobernadora Rocío Nahle García: Avisack Douglas Coronado.
La pérdida de una periodista en el ejercicio de su labor no solo es dolorosa, es una señal de alarma encendida en rojo. Los periodistas no deberíamos ser nota. Informamos, documentamos, narramos los hechos. Y, sin embargo, una vez más, nos convertimos en blanco de una violencia irracional que busca silenciar voces y desestabilizar el orden social.
La pregunta es inevitable: ¿a quién le conviene todo esto? ¿Quién se beneficia del miedo colectivo, de los candidatos renunciando, de los periodistas muertos, de las campañas centradas en sobrevivir y no en debatir ideas?
La respuesta no es simple, pero hay señales claras de una estrategia perversa que busca minar la confianza ciudadana, debilitar la participación electoral e instaurar un ambiente donde el voto no sea libre, sino condicionado por el terror.
En este escenario, las autoridades tienen la obligación de actuar con firmeza, esclarecer los hechos y garantizar condiciones de seguridad para todos los actores del proceso electoral. Y es también momento de que la ciudadanía, periodistas y organismos civiles exijan alto a la violencia, protección real a la libertad de expresión y garantías a los derechos políticos de todos los contendientes.
Los hechos de estas últimas horas son un llamado urgente a no ceder ante quienes apuestan al caos. Porque lo que está en juego no solo son cargos públicos, sino la posibilidad de seguir construyendo un país donde la democracia no se escriba con sangre, sino con participación, propuestas y libertad.
Al tiempo.
¿Quién gana con la violencia electoral?
Por:
Astrolabio Político Luis Ramírez Baqueiro
“La violencia crea más problemas que los que resuelve, y por tanto nunca conduce a la paz.” – Martín Luther King.
En menos de 24 horas, México ha vivido una escalada de hechos violentos que estremecen al país entero. En la capital, el asesinato de la secretaria particular de Clara Brugada y de uno de sus asesores no solo es un ataque directo al equipo cercano de una de las funcionarias más importantes del país, sino un claro intento de sembrar miedo en pleno proceso electoral.
La violencia política no es nueva, pero su intensidad y precisión en estos tiempos indican que hay quienes quieren que el proceso electoral se desarrolle entre sombras, miedo y sangre.
Mientras tanto, en Veracruz, un candidato de Movimiento Ciudadano renunció repentinamente, presuntamente por estar vinculado al crimen organizado. Horas después, un atentado en Juan Rodríguez Clara contra Xóchitl Tress, candidata del mismo partido, deja como saldo dos personas heridas por arma de fuego y, lamentablemente, la primera reportera asesinada durante el sexenio de la Gobernadora Rocío Nahle García: Avisack Douglas Coronado.
La pérdida de una periodista en el ejercicio de su labor no solo es dolorosa, es una señal de alarma encendida en rojo. Los periodistas no deberíamos ser nota. Informamos, documentamos, narramos los hechos. Y, sin embargo, una vez más, nos convertimos en blanco de una violencia irracional que busca silenciar voces y desestabilizar el orden social.
La pregunta es inevitable: ¿a quién le conviene todo esto? ¿Quién se beneficia del miedo colectivo, de los candidatos renunciando, de los periodistas muertos, de las campañas centradas en sobrevivir y no en debatir ideas?
La respuesta no es simple, pero hay señales claras de una estrategia perversa que busca minar la confianza ciudadana, debilitar la participación electoral e instaurar un ambiente donde el voto no sea libre, sino condicionado por el terror.
En este escenario, las autoridades tienen la obligación de actuar con firmeza, esclarecer los hechos y garantizar condiciones de seguridad para todos los actores del proceso electoral. Y es también momento de que la ciudadanía, periodistas y organismos civiles exijan alto a la violencia, protección real a la libertad de expresión y garantías a los derechos políticos de todos los contendientes.
Los hechos de estas últimas horas son un llamado urgente a no ceder ante quienes apuestan al caos. Porque lo que está en juego no solo son cargos públicos, sino la posibilidad de seguir construyendo un país donde la democracia no se escriba con sangre, sino con participación, propuestas y libertad.