Columnas de opinión
Columna hoy
“El fin del Yunismo en Veracruz”
Astrolabio Político Luis Ramírez Baqueiro
“Mientras los necios deciden, los inteligentes deliberan.” – Plutarco.
Los cierres de campaña en Veracruz han dejado una imagen clara del nuevo equilibrio político en la entidad: Morena se ha consolidado como la fuerza dominante, no sólo por su estructura territorial, sino por su conexión emocional y social con las mayorías.
El movimiento fundado por Andrés Manuel López Obrador ha logrado lo que muchos pensaron improbable hace apenas una década: construir un partido hegemónico al estilo del priismo de antaño, pero revestido de un nuevo relato ciudadano –ese que no agrada a algunos, pero que sí convence a muchos-.
En contraste, los actos de cierre del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano han sido grises, desarticulados, y en algunos casos, testimoniales. La militancia luce desmotivada, la dirigencia ausente, y el electorado, indiferente.
El llamado «Clan Yunista», otrora fuerza de control regional en amplios sectores del estado, parece haber abandonado muchas de sus plazas tradicionales, quizá conscientes de que una confrontación directa con el régimen actual podría provocar una ruptura definitiva en los frágiles pactos de no agresión que algunos morenistas anodinos les han ofrecido bajo la mesa.
Mientras los Yunes celebran en Madrid y MC improvisa candidaturas cuestionadas, en Veracruz Morena ha organizado cierres de campaña multitudinarios, con rostros que la ciudadanía reconoce como propios. No son “los mismos de siempre” —aunque sí hay ya una incipiente clase política morenista con experiencia acumulada—, sino liderazgos que nacen desde las bases, respaldados por programas sociales, trabajo territorial y una narrativa de transformación que aún conecta con amplios sectores sociales.
La gobernadora Rocío Nahle García ha elevado el nivel del discurso político local. Lejos de caer en la descalificación vacía, ha apostado por reforzar la gobernabilidad con respaldo federal, especialmente en materia de seguridad, garantizando una jornada electoral segura, con cerca de 16 mil efectivos.
Ha advertido con firmeza que no tolerará la postulación de delincuentes y ha asegurado que quienes, abusando de vacíos legales, intentaron colar a personajes con antecedentes criminales a las boletas, enfrentarán la Ley con todo su peso.
Este cierre de campañas deja entrever una nueva etapa política en Veracruz. Morena no solo domina en encuestas y movilización: se perfila como el nuevo partido de Estado, con todo lo que ello implica.
La diferencia es que, por ahora, su legitimidad no emana de la imposición, sino del respaldo popular.
Y en tiempos donde la política nacional sufre descrédito, que un partido logre mantener viva la llama del entusiasmo ciudadano, aunque imperfecto, sigue siendo un fenómeno digno de análisis.
Morena cierra fuerte en Veracruz, mientras la oposición se desdibuja.
Al tiempo.
“El fin del Yunismo en Veracruz”
Por:
Astrolabio Político Luis Ramírez Baqueiro
“Mientras los necios deciden, los inteligentes deliberan.” – Plutarco.
Los cierres de campaña en Veracruz han dejado una imagen clara del nuevo equilibrio político en la entidad: Morena se ha consolidado como la fuerza dominante, no sólo por su estructura territorial, sino por su conexión emocional y social con las mayorías.
El movimiento fundado por Andrés Manuel López Obrador ha logrado lo que muchos pensaron improbable hace apenas una década: construir un partido hegemónico al estilo del priismo de antaño, pero revestido de un nuevo relato ciudadano –ese que no agrada a algunos, pero que sí convence a muchos-.
En contraste, los actos de cierre del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano han sido grises, desarticulados, y en algunos casos, testimoniales. La militancia luce desmotivada, la dirigencia ausente, y el electorado, indiferente.
El llamado «Clan Yunista», otrora fuerza de control regional en amplios sectores del estado, parece haber abandonado muchas de sus plazas tradicionales, quizá conscientes de que una confrontación directa con el régimen actual podría provocar una ruptura definitiva en los frágiles pactos de no agresión que algunos morenistas anodinos les han ofrecido bajo la mesa.
Mientras los Yunes celebran en Madrid y MC improvisa candidaturas cuestionadas, en Veracruz Morena ha organizado cierres de campaña multitudinarios, con rostros que la ciudadanía reconoce como propios. No son “los mismos de siempre” —aunque sí hay ya una incipiente clase política morenista con experiencia acumulada—, sino liderazgos que nacen desde las bases, respaldados por programas sociales, trabajo territorial y una narrativa de transformación que aún conecta con amplios sectores sociales.
La gobernadora Rocío Nahle García ha elevado el nivel del discurso político local. Lejos de caer en la descalificación vacía, ha apostado por reforzar la gobernabilidad con respaldo federal, especialmente en materia de seguridad, garantizando una jornada electoral segura, con cerca de 16 mil efectivos.
Ha advertido con firmeza que no tolerará la postulación de delincuentes y ha asegurado que quienes, abusando de vacíos legales, intentaron colar a personajes con antecedentes criminales a las boletas, enfrentarán la Ley con todo su peso.
Este cierre de campañas deja entrever una nueva etapa política en Veracruz. Morena no solo domina en encuestas y movilización: se perfila como el nuevo partido de Estado, con todo lo que ello implica.
La diferencia es que, por ahora, su legitimidad no emana de la imposición, sino del respaldo popular.
Y en tiempos donde la política nacional sufre descrédito, que un partido logre mantener viva la llama del entusiasmo ciudadano, aunque imperfecto, sigue siendo un fenómeno digno de análisis.
Morena cierra fuerte en Veracruz, mientras la oposición se desdibuja.
Al tiempo.


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