No fue un accidente

Viri Rios

No es normal

No es normal   Viri Ríos

La presentación de una nueva Ley de Telecomunicaciones que facilita la censura mediática no puede interpretarse como un accidente fortuito o un desliz inocente.

Es un reflejo de cómo una parte de Morena concibe el poder. Y una muestra de cómo esos rasgos peligrosos e infantiles han escalado, al punto en que ahora se dictan en legislación.

Este grupo considera que facultar al gobierno para cerrar plataformas digitales sin orden judicial o exigir autorización previa para presentar contenidos extranjeros es necesario. Imaginan la posibilidad de un “ataque” al gobierno mediante el esparcimiento de información falsa o críticas virales en medios. Y ante ello, dicen, desean facultar al Estado para silenciar a los atacantes. En su imaginario, disponer de elementos de censura no equivale a censurar, pues ellos no las usarán con recato.

Pero Morena se equivoca. Pretender que pueden tener herramientas de censura sin control judicial y usarlas correctamente es como imaginar que se puede resistir al canto de las sirenas sin estar amarrado a un poste. Una locura.

Nadie duda que las campañas de desprestigio financiadas con recursos económicos existan. El problema es que la mejor forma de blindarse contra ellas no es, ni ha sido jamás, amordazar a la prensa. La defensa más poderosa es una sencilla e infalible: gobernar bien y para la gente.

No hay campaña, por más recursos que ésta tenga, que pueda convencer a la gente de que un gobierno es malo si su vivir cotidiano muestra lo opuesto.

Basta ver lo que sucedió en la elección pasada. Durante todo el sexenio, los medios corporativos bombardearon a los votantes con barras de opinión notablemente sesgadas en favor de la oposición. Prender la tele o leer un periódico era, casi siempre, terminar convencido de que la economía estaba colapsando y la alianza opositora era el futuro.

El resultado lo conocemos todos. No hubo campaña mediática o barra de opinión que lograra convencer al votante de apoyar a la oposición. Y esto se debe a la razón siempre infalible: Morena dio resultados. Morena redujo la pobreza y aumentó el poder adquisitivo de las familias.

Dirán que soy ingenua, pero yo tengo de ingenua lo que los censores de mediocres. Censurar es el atajo, el camino barato y corto de quien no quiere hacer el trabajo duro y real de crear un gobierno de resultados. De gobernar, en vez de silenciar.

A Morena le vendría bien recordar su mantra “el pueblo no es tonto” porque si realmente lo creen, ninguna campaña mediática impedirá que el pueblo pueda discernir entre un gobierno bueno y uno malo. La censura sale sobrando.

Morena tiene hoy el poder. Todo el poder. Si quieren limitar el poder de los magnates en la política, háganlo, pero auditando el financiamiento de campañas, las compras públicas, las concesiones y licitaciones, creando una comisión de competencia verdaderamente efectiva, regulando valientemente las telecomunicaciones, haciendo una reforma fiscal.

Hagan el trabajo, pues, de gobernar. Para eso fueron electos.

 

Lo contenido en este texto es publicado por su autora en su carácter exclusivo como profesionista independiente y no refleja las opiniones, políticas o posiciones de otros cargos que desempeña.
https://www.milenio.com/opinion/viri-rios/no-es-normal/no-fue-un-accidente