
“La justicia comienza con el pueblo”
Opinión Manuel Huerta
Lo que ocurrió el pasado domingo no puede pasar desapercibido ni mucho menos subestimado. Por primera vez, el pueblo participó de forma directa en un ejercicio sin precedentes: la elección de quienes integrarán el Poder Judicial.
Esta jornada marca el inicio de una nueva etapa en la vida pública de México. No es el final, ni mucho menos un acto aislado; es apenas el primer paso de un proceso más amplio que demanda la transformación estructural de una de las instituciones más alejadas de la ciudadanía: la justicia.
La elección del Poder Judicial, con todas sus limitaciones y retos, dejó un mensaje contundente: la gente quiere participar, quiere ser escuchada y quiere que su voz se refleje en las decisiones que afectan su vida cotidiana. Por eso, aunque las votaciones aún no concluyen formalmente, es profundamente significativo que se perfile como posible presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación una persona indígena. Es una señal poderosa. No solo porque rompe con los viejos moldes elitistas del Poder Judicial, sino porque representa un acto simbólico de justicia histórica hacia los pueblos originarios de nuestro país.
Esta posibilidad, que un hombre indígena encabece el máximo tribunal de México, nos habla de un momento de madurez y de la necesidad urgente de reconstruir al país desde su simiente más profunda: sus orígenes, sus culturas, su diversidad. Es una manera honesta de decir, con hechos, que la justicia tendrá una envestidura con raíces del pueblo.
Pero no nos confundamos: elegir es solo el principio. Lo que sigue es aún más importante. Necesitamos reformas integrales que vayan más allá de la democratización del Poder Judicial. Las fiscalías generales y estatales siguen operando bajo lógicas que favorecen la opacidad y los pactos de impunidad. Las defensorías de oficio deben dejar de ser oficinas burocráticas y convertirse en verdaderas defensorías del pueblo. Y el enfoque en temas de seguridad debe cambiar de raíz: necesitamos una visión profundamente humana, integral y ética.
Hoy más que nunca requerimos la congruencia de la ética de la política como garante honesta del bien común. Recuperar una justicia íntegra no es solo una aspiración, es una urgencia. La justicia no puede seguir siendo el privilegio de unos cuantos, ni el refugio del poder económico o político. La justicia tiene que volverse cotidiana, cercana, sensible. Tiene que sentir y dolerle lo que le duele al pueblo.
Por eso con ánimo celebro lo que hemos logrado. Celebro que la democracia empiece a tocar las puertas del Poder Judicial. Celebro que el pueblo se haya expresado señalando el rumbo. Como dije en conferencia de prensa, quien no quiera ver, quien no quiera escuchar, es porque tiene las orejas sucias y el alma cerrada. Pero el pueblo ya habló. Dijo para dónde y por dónde.
Y desde Veracruz, tierra de lucha, tierra de dignidad, seguimos caminando. Lo dije y lo reitero: cayó el nepotismo, cayeron los cacicazgos, y si algunos aún se resisten, que lo piensen bien, porque el pueblo ya decidió. Lo verdaderamente revolucionario hoy es garantizar gobernabilidad con justicia, y gobernabilidad con justicia solo se logra escuchando al pueblo, caminando con él, y construyendo, día con día, un país más justo, más humano, más nuestro.
¡Ánimo! ¡Viva la democracia! ¡Y viva el pueblo que lucha y transforma al mundo!
*Senador por Veracruz. Morena