Momento muy delicado

Bitácora del director  Pascal Beltrán del Río

¿Qué fue lo que hizo que el presidente estadunidense Donald Trump anunciara ayer por la tarde su regreso intempestivo a Washington, cuando no había cumplido siquiera 24 horas de haber llegado a Canadá para participar en la reunión del G7?

Ésa era, anoche, la pregunta fundamental para tratar de entender el curso que podría tomar la geopolítica mundial y que, al cierre de esta edición, permanecía sin respuesta.

Lo cierto es que la partida de Trump nada tuvo que ver con un desaire a la presidenta Claudia Sheinbaum, como se decía en las redes sociales –incluso se festejaba– luego de que la Casa Blanca confirmó su regreso, minutos después de que él mismo posteó un misterioso llamado a que “todo el mundo” evacuara Teherán, una urbe de 16 millones de habitantes.

Y si hubiera sido un desaire, lo habría sido para muchos de los presentes, no sólo para ella, pues el mandatario estadunidense canceló las reuniones bilaterales que tenían programadas con sus pares. Entre ellas, las que sostendría con el japonés Shigeru Ishiba, en la que se hablaría de los aranceles a los autos fabricados en ese país; con el australiano Anthony Albanese, para tratar el espinoso tema de la revisión por parte de Washington del programa AUKUS para cooperar con ese país y el Reino Unido en el desarrollo de submarinos nucleares, y con el ucraniano Volodímir Zelenski para discutir la adquisición de un paquete de defensa militar.

De hecho, yo creo que fue mejor que se cancelara la reunión con Sheinbaum, porque en estos momentos la cabeza de Trump está en otro lado, y así no se puede dialogar. Cualquier planteamiento mexicano se habría contaminado con lo que sucede en Oriente Medio y cualquier plan de conversación que ella tuviera se habría visto alterado.

Por ejemplo, conociendo a Trump, no habría sido raro que soltara en plena plática con Sheinbaum que México necesita definirse sobre el conflicto entre Israel e Irán y que de su respuesta dependería cualquier cooperación futura.

El momento que vive el mundo es delicado y probablemente habrá que acostumbrarnos a que, por un buen rato, las preocupaciones de México tendrán que hacer antesala.

Por cierto que en estos tiempos en que los acontecimientos noticiosos se atropellan unos a otros y se requiere que los gobernantes estén alerta para poder decidir oportunamente, la presidenta Sheinbaum no debiera estar desconectada durante siete horas, que fue el tiempo que pasó volando hacia Calgary en vuelos comerciales, más el tiempo que tardará en viajar de regreso.

Consideraciones sobre qué se pensará de que ella vuele en un avión oficial deben dejarse de lado, pues debe priorizarse la seguridad y la eficacia de la institución que representa. El mundo no está para dar gusto a quienes se creen moralmente puros.

 

BUSCAPIÉS

*Una cosa es que el pleno del Consejo General del INE haya validado la elección judicial, porque no puede probarse que los acordeones impresos masivamente hayan suplantado la voluntad popular, y otra es que se vayan a quedar sin castigo los delitos electorales muy puntuales que se cometieron en el proceso –como haber dado la orden de imprimir y distribuir los acordeones o rellenar las urnas con boletas sin doblar o rebasar con votos el número de ciudadanos empadronados en una casilla–, los cuales remiten a tiempos que creíamos idos. Por cierto, ¿alguien ha visto a Facundo Santillán, el señor que cobra como fiscal especial para Delitos Electorales? A lo mejor hay que buscarlo en la Consejería Jurídica de la Presidencia, pues dicen que allí tiene a una muy buena amiga, que pudo haberlo invitado a tomar café.