“No están solos”, Movimiento de Impunidad Nacional 22 de julio del 2025

Opinión     Max Cortázar

Hoy, Bermúdez está prófugo, tiene una ficha roja de Interpol y su rastro apunta directamente al centro del aparato de seguridad pública de Tabasco, justo cuando Adán era gobernador y formaba parte del círculo más cercano de Andrés Manuel López Obrador.

La historia de Hernán Bermúdez es una advertencia. Mientras el país sigue lidiando con la violencia, la corrupción y el crimen organizado infiltrado en administraciones de Morena, el caso del exsecretario de Seguridad de Tabasco demuestra que en el centro de la llamada Cuarta Transformación anidan los peores vicios. Lo alarmante no es sólo lo que hizo Bermúdez, sino que desde el poder se le permitió que lo hiciera.

Designado por Adán Augusto López durante su gestión como gobernador, Bermúdez asumió el control de la seguridad y convirtió a Tabasco en uno de los estados con mayor presencia del crimen organizado. Desde el primer año de su gestión hubo un incremento sustancial en la inseguridad, pasando de 900 homicidios en 2018 a 1,800 en 2024. Los Guacamaya Leaks, publicados en 2022, revelaron que la inteligencia militar ya lo tenía identificado desde 2019 por tener nexos con el crimen organizado. Tanto las autoridades federales como el gobernador lo sabían, y nunca hicieron nada.

Sin embargo, en Morena nunca están solos. El domingo pasado, en el Consejo Nacional, el partido optó por cerrar filas en lugar de abrir investigaciones en torno a Adán Augusto. Por el contrario, lo recibieron con gritos de “¡no estás solo!”, como si estuviera siendo víctima de una injusticia. El famoso “¡no estás solo! ” también lo escuchamos cuando los legisladores de Morena impidieron el desafuero de Cuauhtémoc Blanco, quien está acusado de abuso sexual, corrupción y peculado.

El caso Bermúdez no es sólo la inacción de un gobierno estatal, sino que revela el costo de la complicidad y de la protección partidista por encima del interés público.

Que no nos digan que no sabían, ya que desde 2019 la información de los vínculos existentes circulaba entre instituciones de seguridad.

Si Adán Augusto no sabía, es inaceptable. Sí sabía y no actuó, es imperdonable.

Hoy hay denuncias públicas y trabajos de investigación de medios de comunicación que señalan que desde 2021 Rubén Rocha Moya, actual gobernador de Sinaloa, recibió dinero del crimen organizado, así como la relación del gobernador Américo Villarreal, de Tamaulipas, con El Rey del Huachicol, quien fuera asesinado en 2021 en San Pedro Garza García, Nuevo León.

Tanto el gobierno federal como la Fiscalía General de la República tienen la obligación de investigar cuanto antes los casos de Tamaulipas y de Sinaloa para que no suceda lo mismo que en Tabasco, donde, después de seis años, resulta que no tenían conocimiento de los nexos de su secretario de Seguridad con el crimen organizado.

Si este caso hubiera ocurrido en otro partido, Morena ya habría exigido renuncias, investigaciones y castigos ejemplares. Sin embargo, cuando el escándalo señala a uno de los suyos, protegen, guardan silencio y “cierran filas” con presuntos criminales que no sólo están en la mira del escarnio público, sino también de las autoridades de Estados Unidos.