Oficialmente, las graves inundaciones de aguas negras que padecen este año miles de familias en Chalco, estado de México, se deben a que el 1º de agosto pasado una intensa lluvia “colapsó” el obsoleto colector Solidaridad; además, taponado por mucha basura. Pero, como advertí en mi artículo del 9 de septiembre, esas inundaciones tienen su principal origen en la pésima o nula actuación de las instancias gubernamentales los últimos 40 años.
El mayor desafío de quienes llegaron al Valle de Chalco hace medio siglo para tener allí una vivienda propia, fue disponer de agua potable. Tardaron en lograrlo 10 años y no con la eficiencia requerida. Supieron pronto de otro problema: las aguas pluviales que se concentran a través de los canales y los ríos La Compañía (corre a siete metros de altura del valle) y Ameca; del canal general de Tláhuac y el dren 46, se salen de su cauce cuando abundan las lluvias inundando todo.
Además, al comprar los lotes que les vendieron irregularmente ejidatarios en complicidad con las autoridades agrarias, ignoraban que hace un siglo por Chalco se desplazaban canoas y trajineras con legumbres, semillas, frutos, flores y trabajadores. Que el Valle de Chalco está sobre la parte más baja de una laguna, por lo que las aguas pluviales van hacia ese lugar.
Pronto se dieron cuenta de que, por eso, el nivel del manto freático está en las partes bajas escasamente a un metro. “Durante los primeros años del poblamiento, cuando llovía escarbábamos la tierra y el agua se filtraba luego; pero ahora ya hay más terreno cubierto por las construcciones y el suelo está más compacto, y ya no es posible escarbar.”
Eso contaron varias familias a la antropóloga María García Lascuráin, quien convivió entre 1987 y 1993 con ellas. Su experiencia la plasmó en el libro Agua y calidad de vida en Chalco y Ecatepec, publicado en 1995 por el Centro de Ecología y Desarrollo, gracias al apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social.
Cuando en 1991-92 vivieron por primera vez la tragedia de las inundaciones, los pobladores nos expresaron a la antropóloga y a mí que vivían en “la letrina más grande del mundo” por carecer de drenaje y alcantarillado adecuados que impidieran que el agua de lluvia y la que baja de las montañas, anegara el valle.
Al regularizar en noviembre de 1994 el enorme asentamiento ilegal que era Chalco, pronto surgieron nuevas colonias, también ilegales y que poco a poco las autoridades regularizaron. Hoy en esa región de la cuenca medio millón de personas están expuestas a la inundaciones. Pese a saber los inconvenientes de extender la mancha urbana sobre esas áreas, las instancias oficiales nada hicieron para impedirlo. Cuando llueve o se sale de su cauce el río La Compañía e inunda colonias enteras, culpan a la naturaleza de lo ocurrido.
La más reciente inundación duró casi un mes. Hace unos días hubo otra, que mostró la negligencia de los gobiernos local, estatal y federal; la carencia de obras adecuadas y en buen estado para captar las aguas negras y las de lluvias. La gobernadora de la entidad, tardó tres semanas en ir a ver la tragedia. La obligaron a recorrer las zonas más afectadas. El primer mandatario en despedida triunfal, en compañía de su sucesora, cuando el Valle de Chalco fue semillero de votos para la Cuarta Transformación (4T).
La próxima administración federal promete ser el segundo piso de la 4T. Si no pone fin al anárquico crecimiento urbano en la cuenca de México; si no adopta medidas radicales para conservar sus áreas naturales y agrícolas; si no logra utilizar racionalmente el agua del manto freático (factor del hundimiento de la urbe), ese segundo piso seguirá llenándose de aguas negras en Chalco, Ecatepec, Cuautitlán…