Aranceles y medicamentos
Opinión Eliseo Rosales Ávalos
La política arancelaria de Donald Trump ha sido una de las piedras angulares de su enfoque económico, tanto en su primera presidencia como en su actual mandato.
Trump utiliza los aranceles como herramienta para forzar acuerdos comerciales más favorables para Estados Unidos, aplicándolos como medida de presión durante negociaciones con países como México, China y Canadá.
Ha impuesto aranceles como sanción a países que, según su administración, no cooperan en temas como migración, drogas o seguridad nacional. Por ejemplo, ha amenazado con aranceles a México por el flujo de fentanilo y migrantes.
Busca proteger sectores estratégicos como el acero y el aluminio, argumentando que los aranceles ayudan a repatriar industrias y reducir el déficit comercial.
El objetivo declarado de Trump es presionar a las empresas para que trasladen su producción a EU, pero los efectos colaterales podrían ser severos:
Aumento de precios: Los consumidores estadounidenses podrían enfrentar medicamentos más caros, especialmente los genéricos, que ya operan con márgenes muy ajustados.
Escasez: Expertos advierten que los aranceles podrían agravar la escasez de medicamentos, un problema que ya afecta a cientos de productos en EU.
Impacto global: Países como Irlanda, Alemania y Suiza —principales exportadores de medicamentos a Estados Unidos— serían los más afectados, pero México también podría ver reducida su participación como proveedor clave.
Querido lector, los hospitales públicos y privados enfrentarían mayores costos operativos, lo que podría traducirse en una menor capacidad de atención y calidad del servicio.
En un sistema que ya ha pasado por transiciones complejas —como el cambio de INSABI a IMSS-Bienestar—, esta presión adicional podría agravar los problemas de abasto y cobertura.