Berrinche sanitario de EU sacude al campo mexicano

Alfredo Gonzalez

A Fuego Lento

A FUEGO LENTO    ALFREDO GONZÁLEZ

El cierre unilateral de las exportaciones de ganado en pie no sólo pone en jaque la economía de cientos de productores mexicanos, también revela una contradicción flagrante de EU en la relación agrocomercial bilateral.

Durante más de una década, los becerros mexicanos han cruzado la frontera norte como embajadores de la genética y la sanidad del campo nacional. Han sido millones de cabezas exportadas, y miles de millones de dólares que se han traducido en empleo, inversión y arraigo en regiones ganaderas de México.

Sin embargo, lo que por años fue símbolo de una relación agrocomercial madura y complementaria, hoy se tambalea por una decisión que huele más a proteccionismo que a prevención sanitaria. 

En noviembre de 2024, el Departamento de Agricultura de EU decidió cerrar la puerta -sin aviso, sin diálogo y sin sustento técnico-, a la exportación de ganado en pie desde México.

Como si no bastara, en mayo de 2025 repitió la dosis. El motivo alegado: una supuesta amenaza sanitaria por gusano barrenador. El problema: la región afectada ni siquiera coincide con las principales zonas exportadoras. El trasfondo: una estrategia que huele a política, no a veterinaria.

Y el golpe ha sido certero. Los daños para los exportadores mexicanos son profundos: contratos rotos, costos hundidos, logística interrumpida y una caída libre en la confianza de los mercados.

Por si fuera poco, el riesgo de sobreoferta en el mercado local amenaza con tirar los precios, castigar la inversión en genética y sanidad, y empujar a muchos ganaderos al borde del colapso financiero.

Paradójicamente, la misma administración Trump, que hoy impone bloqueos, necesita del ganado mexicano. Enfrenta su inventario ganadero más bajo desde 1951. 

Sus feedlots -centros de engorda que garantizan carne en los supermercados- dependen de los becerros criados al sur del Río Bravo. México cría y EU engorda. Esa ha sido la fórmula. Pero ahora, el vecino parece dispuesto otra vez a dispararse en el pie como con los aranceles.

Porque si bien los exportadores mexicanos pierden, los importadores gringos tampoco salen ilesos: su cadena de suministro se encarece, sus márgenes se estrechan y su sistema productivo se vuelve más frágil.

¿Vale la pena romper una sinergia que lleva décadas funcionando, sólo por un cierre unilateral carente de evidencia?

Las cifras son contundentes. En 2024, México alcanzó su mayor valor histórico en exportaciones de becerros: más de mil 230 millones de dólares. Y eso con un volumen moderado.

La calidad, la sanidad y el cumplimiento regulatorio del ganado mexicano no están en duda. Lo que sí está en duda es la consistencia de un socio comercial que, cuando más necesita del vecino, decide cerrarle la puerta en la cara.

Hoy, más que nunca, se necesita un diálogo técnico y político. No se trata sólo de abrir corrales y reactivar envíos. Se trata de recuperar la confianza entre dos países cuya relación agroalimentaria ha sido ejemplo de integración. 

Lo que está en juego no es sólo carne: es la credibilidad de un modelo de cooperación que, en tiempos de escasez global y disrupciones logísticas, no puede darse el lujo de fracturarse por caprichos disfrazados de sanidad. 

Porque si el ganado no puede cruzar la frontera, lo que realmente se está bloqueando es el sentido común. Y eso, ni México ni EU pueden permitírselo.

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EN PALACIO NACIONAL, ven que detrás del pretexto del gusano barrenador están los intereses políticos de la secretaria de Agricultura de EU, Brooke Rollins. Está en campaña, quiere ser gobernadora de Texas y nos agarró de sus puerquitos.

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EN DICIEMBRE DE 2024, MARINA DEL PILAR ÁVILA asumió la presidencia de la Conago. Ya dijo, sin embargo, que no dejará el cargo luego de que le revocaron la visa de EU. Lo cierto también es que sus colegas gobernadores la dejaron sola. No hay desplegado ni mensaje de apoyo.

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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Estados Unidos quiere carne mexicana… pero sin vacas mexicanas. ¡Maravillas del proteccionismo moderno!”.