Busquen las causas y no los culpables

Busquen las causas y no los culpables

Opinión     Manuel Huerta

La democracia, como la vida, no se mide solo por cuántos trofeos llevas en las manos, sino por cuántos corazones conservas en la causa. Las recientes elecciones municipales en Veracruz nos dejan una lección clara y urgente: no basta con obtener el mayor número de alcaldías si en el camino se pierde la conexión con la esperanza popular, con la raíz misma que dio vida al movimiento.

El pueblo habló y lo hizo de manera compleja, matizada, incluso contradictoria; aunque la coalición que integramos —Morena y el Partido Verde— logró posicionarse como la que más municipios ganó con 60 en total, de acuerdo con datos del PREP, el análisis honesto nos obliga a mirar más allá del número. Morena, como fuerza individual, apenas obtuvo 11 presidencias municipales y en términos de votos directos apenas rebasó el 3.8%. Estos datos no son para presumir, sino para reflexionar con humildad.

Sí, se impuso una coalición, pero el voto no fue un cheque en blanco; es más, fue en muchos casos un llamado de atención; la gente nos dijo que no basta con tener el poder, que se necesita ejercerlo con congruencia, cercanía y resultados. Vimos cómo nuevas fuerzas políticas como Movimiento Ciudadano se colocaron como segunda fuerza en el estado, ganando 41 municipios y mostrando un músculo que no puede ser subestimado; también el Partido del Trabajo, actuando por su cuenta, obtuvo 28 ayuntamientos. ¿Qué nos dice esto?, que la pluralidad llegó para quedarse y que la hegemonía, si no se sustenta en principios y acción de base, se desmorona.

Hoy más que nunca es necesario volver al territorio, al tianguis, a la comunidad, a la asamblea. Lo hemos dicho antes, el pueblo es sabio, pero también impaciente cuando siente que no se le escucha; y en este proceso, muchas comunidades votaron con un reclamo contenido, con la memoria fresca de promesas incumplidas, de autoridades que dejaron de mirar de frente a quienes les dieron el cargo.

El mensaje es claro, no hay transformación verdadera si no se vive desde abajo. No hay Cuarta Transformación sin autocrítica, necesitamos revisar qué está fallando en nuestras formas de organización local, en la selección de candidaturas y en la rendición de cuentas. ¿Dónde quedó la honestidad, la austeridad, la cercanía? ¿Por qué muchas alcaldías perdidas estaban antes en manos de Morena y no supimos retener la confianza?

Esto no es una derrota total, pero sí es una alerta profunda; ganar en las cifras sin conservar el alma del movimiento es una victoria hueca. Por eso, hago un llamado a todas y todos los compañeros de lucha, dentro y fuera del partido, para que asumamos esta coyuntura con la seriedad que merece; la transformación no puede convertirse en rutina ni en burocracia.

Desde el Senado seguiré levantando la voz por el pueblo veracruzano, pero también asumo con firmeza la necesidad de transformar desde adentro, de reconstruir el vínculo con la ciudadanía, de escuchar incluso cuando duela. No llegamos aquí para acomodarnos en el poder, sino para transformarlo en herramienta de justicia.

Porque la historia no la escriben los que ganan más municipios, sino los que logran que el pueblo viva mejor.