Calderón, elusivo y maltrecho 17 de octubre de 2024

Julio Hernandez Lopez

Astillero

Astillero    Julio Hernández López 

Felipe Calderón trató de contener los daños mediante un mensaje en X que no fue convincente sino reiteradamente elusivo: dijo que no tuvo «evidencia verificable» que implicara a su secretario de seguridad pública en actividades ilícitas e hizo malabares de mala calidad para asumirse respetuoso de las resoluciones judiciales (ni modo que dijera lo contrario).

El párrafo central de la puerta de falsa salida que se quiso construir Calderón dice: «??Nunca tuve evidencia verificable que lo involucrara con actividades ilícitas, ni tampoco recibí información en ese sentido de agencias de inteligencia, mexicanas o extranjeras, que entonces confiaban en él e interactuaban con él; 2) No he tenido acceso a las evidencias ni a los testimonios que se presentaron en el juicio, pero soy hombre de leyes y respeto la acción de de los tribunales. Asumo que han actuado conforme a su leal saber y entender. Por lo mismo, soy partidario de que quien infrinja la ley debe asumir las consecuencias de sus actos».

En esencia, Calderón pretende que no supo lo que hacía su amigo y cómplice García Luna (lo cual es una declaración de máxima incompetencia política y administrativa, a niveles… criminales) y tampoco se atreve a expresar una postura firme, concluyente, sobre la sentencia a su exsecretario sexenal, pues prefirió dar vueltas evasivas con consideraciones sumamente generales.

Haiga sido como haiga sido, Calderón Hinojosa queda seriamente golpeado por esta sentencia, pues descalifica radicalmente su sexenio caracterizado por una «guerra contra el narcotráfico» que no solo fue torpe y fundacionalmente dañina sino, en específico, movida por ánimos, estructuras y mandos de índole corrupta y criminal, al servicio de uno de los cárteles, el de Sinaloa.

El juez Cogan, ante la concesión que hizo a García Luna para que pudiera hablar vestido de traje y corbata, le espetó que en realidad llevó una doble vida, y que, por más lujos o apariencias que deseara mostrar, su conducta era equiparable a la del «Chapo». Tal señalamiento de hipocresía y doblez es aplicable a Calderón, que pretende llevar una vida de apego a «valores» religiosos y morales, cuando en los hechos es corresponsable de la conducta criminal de un depredador máximo de la nación.

Sin embargo, más allá del explicable júbilo de quienes celebraron la sentencia (intermedia: ni poca ni máxima) al varias veces mentado García Luna, conviene mantenerse alerta ante eventuales giros de trama desde Washington, pues el exsecretario calderonista aún podría prestar servicios especiales a los poderes del vecino país que mantienen en la mira al proceso de continuidad de la llamada Cuarta Transformación.

García Luna podría convertirse en testigo protegido y emitir declaraciones a conveniencia de agencias y oficinas estadunidenses, no contra el calderonismo y el zavalismo, los cuales ínfimo valor de cambio tienen a estas alturas, sino contra el expresidente López Obrador y Morena y tal vez contra la presidenta Sheinbaum.

Por lo pronto, Calderón queda exhibido no en su pequeñez como ocupante de Los Pinos sino en su enorme corresponsabilidad en el daño a la nación mediante la facciosa «guerra contra el narco»; la derecha, así haya pleitos entre el calderonismo-zavalismo y el PAN, también queda maltrecha y ahora resta esperar para ver el uso instrumental que poderes del vecino país busquen dar a estas historias político-judiciales.

Hay 66 aspirantes a presidir la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pero Morena y su mayoría definitoria apoyan la continuidad de Rosario Piedra, quien llevó a tal institución a un grado notable de ineficacia, no porque los antecesores fueran realmente productivos en la defensa de tales derechos sino por la esperanza que se generó en la administración piedrista, que seguramente será reelecta por así convenir al muy cómodo poder político dominante… ¡Hasta mañana!

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