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Lo que yo pienso  Juan Javier Gómez Cazarín

Este domingo corrí medio maratón en la Ciudad de México. Y correr en la capital de la República nunca es una caricia. La altura pega duro, sobre todo para los que estamos acostumbrados a correr frente al mar o en la moderada altura de Xalapa.

A eso, súmenle agarrar carretera casi de inmediato (casi, porque antes de eso me di un buen baño y un desayuno chilango para agarrar fuerzas). 265 kilómetros de carretera, para mayores señas.

Así que ya se imaginarán como ando hoy, todavía en recuperación de los 21 kilómetros del asfalto capitalino. Pero correr me encanta y trabajar en Bienestar, también, así que nunca me quejo, al contrario, doy gracias a Dios.

Por eso, este lunes andamos en Poza Rica, con toda la actitud, chambeándole a los censos para actualizar nuestros padrones de beneficiarios de los Programas de Bienestar en esta ciudad, que es de las más importantes de Veracruz.

Los Servidores de la Nación andan por todo el Estado trabajando este censo y para mí es una gran experiencia hacerlo personalmente, porque me permite dialogar de manera directa con las personas que confían en nosotros y generosamente nos abren la puerta de sus casas. Como en Poza Rica estamos a 31 grados con humedad de 66%, nos reciben con un vasito de agua que nos lo dan de corazón y a mí me sabe como la mejor agua del mundo.

Y aprovechando el viaje -literalmente- ando acá para recordarles a todas y todos los compañeros de la Delegación que pronto se dispersará una cantidad muy importante de recursos para que sean aplicados por los comités ciudadanos que estarán a cargo de su ejecución y que, en ese proceso, nuestra tarea es muy sencilla: calladitos y como el chinito, “nomás milando”. O sea, sin meter nuestra cuchara y mucho menos la mano.

Porque los programas La Escuela es Nuestra, La Clínica es Nuestra y el Componente Indígena del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (eSheinbaumúltimos innovación de la presidenta Claudia Sheinbaum) están diseñados precisamente para eso: para que los del Gobierno no nos metamos y que sea la gente la que aplique el recurso de manera autónoma (obviamente hay reglas que tienen que cumplir).

Pero la tentación es canija, el recurso es grande y el diablo luego empuja la mano. No falta el pasado de vivo que trae a una constructora recomendada o que conoce al primo de un amigo que es arquitecto y “chambea muy bien” y que lo quiere recomendar.

El mensaje para ellos es que eso está prohibido y lo que le sigue. Pueden perder su trabajo y acabar hasta denunciados. Y el mensaje para los comités es que si eso llegara a pasar, que los acusen directamente conmigo. No voy a andar con miramientos. La instrucción de la Presidenta Sheinbaum y de la secretaria Ariadna Montiel es de cero tolerancia para la corrupción.

Sé que en el pasado hubo de eso y ahora hasta se están integrando expedientes de responsabilidad. Al respecto, diría el inmortal Juan Gabriel: pero ¿qué necesidad?, pudiéndose portar bien.