Columnas de opinión
Columna hoy
Mentir, robar y traicionar al pueblo
Entre columnas Martín Quitano Martínez
Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con los hechos lo traicionan.
Benito Juárez
Su cinismo es de tal magnitud que siguen repitiendo su mantra cuatrotera con una tranquilidad pasmosa. El resultado de tal hipocresía es que se provoca el efecto contrario, haciendo evidente la simulación como refugio de su movimiento político carente de ética pública, responsabilidad administrativa y escrúpulos políticos.
La tríada fundacional de “No mentir, no robar, no traicionar al pueblo”, no encuentra ningún referente en sus acciones de los últimos siete años, ni en las apariciones mañaneras del nuevo grupo gobernante. ¿Pruebas?, suficientes para enrojecer de vergüenza a cualquier político bien nacido, pero no, de eso nada. Al contrario, de manera descarnada mienten frente a los micrófonos, sonrientes se burlan de los señalamientos de corrupción y destruyen el futuro de las mayorías, del pueblo mexicano.
La realidad dura y terca, todos los días les da de bofetones y les arranca los ropajes que ocupan para vestirse de inmaculados tratando de justificar lo injustificable. Sea por los terribles sucesos cotidianos o porque salen a la luz evidencias de sus sombras, de sus malas prácticas, complicidades o de sus omisiones criminales injustificables.
El no mentir sostenido por las falsedades que desde sus ejercicios políticos y de gobierno realizan diariamente, ofenden a la inteligencia, seguros de su poderío y de la ignorancia de sus seguidores y clientelas políticas, quienes sin rubor, por intereses o por ceguera, repiten los fraseos embusteros que identifican a una clase política que se asume como “nueva” pero que ciertamente reivindica las peores artes del engaño para construir sus bases de seguidores acríticos y comedidos.
Están de plácemes quienes controlan la paternidad de los nuevos tiempos, los de la mal llamada transformación, fuente inagotable de los engaños que tanto criticaron y prometieron no hacer.
Detrás del no robar, puede observarse la construcción de nuevas fortunas y el reforzamiento de otras ya existentes, de familias e individuos que conforman el grupo político en el poder. Acaudalados patrimonios que no resisten un cotejo de suma y resta. Fortunas construidas al fragor de las “grandes” batallas por manejar los presupuestos públicos para presurosos llenar sus bolsas, a través de corruptelas innegables e injustificables. Robar poquito o muchísimo son muestra de la continuidad de lo que tanto supuestamente detestaban y detestan pero que ahora los enmarca en la desfachatez de sus impropias conductas.
En los dos supuestos de no mentir y no robar y la evidente ruptura de ambos, se incuba el tercero de ellos, el de no traicionar al pueblo y en ello mismo se establece el cierre de un circulo pernicioso. Traicionan altaneramente la esperanza depositada, el clamor de millones por hacer y ser diferentes.
Corre el tiempo y las traiciones enmascaradas en penumbras discursivas, no serán posibles de ocultarse, porque parten del principal liderazgo, el del personaje que ha construido y mantenido desde su petulancia de porte histórico la ruta de un conjunto político que miente, roba y traiciona sin escrúpulos, como él.
Siete años después de su arribo, es evidente la destrucción y la captura institucional y política y la conformación de un régimen autoritario.
El sustento “moral” de su transformación está destrozado. Mienten, roban y traicionan, porque no les importa la congruencia que vociferantes dicen tener. En el fondo saben que cada vez queda más claro y por ello buscan cancelar la crítica y las expresiones que se manifiesten en contra, con controles legales y extralegales, para ello tienen y ejercen su poder, no para resolver los problemas sino para garantizar su dominio.
Vivimos en tiempos de mentiras, de saqueos y traiciones, pero no podrán mantenerse por mucho tiempo más. En algún momento, mañana o pasado, las máscaras, las falsedades acabarán en la basura de la historia, esa misma que juzga y que ahora insiste en no comprenderse por la prepotencia y la ignorancia con la que las encarnaciones del pueblo se comportan. Sea pues.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
También hay los que lo hacen muy bien y son un orgullo nacional como Isaac Del Toro, Matías Grande, los ganadores de robótica, entre otros. Felicidades.
Mentir, robar y traicionar al pueblo
Por:
Entre columnas Martín Quitano Martínez
Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con los hechos lo traicionan.
Benito Juárez
Su cinismo es de tal magnitud que siguen repitiendo su mantra cuatrotera con una tranquilidad pasmosa. El resultado de tal hipocresía es que se provoca el efecto contrario, haciendo evidente la simulación como refugio de su movimiento político carente de ética pública, responsabilidad administrativa y escrúpulos políticos.
La tríada fundacional de “No mentir, no robar, no traicionar al pueblo”, no encuentra ningún referente en sus acciones de los últimos siete años, ni en las apariciones mañaneras del nuevo grupo gobernante. ¿Pruebas?, suficientes para enrojecer de vergüenza a cualquier político bien nacido, pero no, de eso nada. Al contrario, de manera descarnada mienten frente a los micrófonos, sonrientes se burlan de los señalamientos de corrupción y destruyen el futuro de las mayorías, del pueblo mexicano.
La realidad dura y terca, todos los días les da de bofetones y les arranca los ropajes que ocupan para vestirse de inmaculados tratando de justificar lo injustificable. Sea por los terribles sucesos cotidianos o porque salen a la luz evidencias de sus sombras, de sus malas prácticas, complicidades o de sus omisiones criminales injustificables.
El no mentir sostenido por las falsedades que desde sus ejercicios políticos y de gobierno realizan diariamente, ofenden a la inteligencia, seguros de su poderío y de la ignorancia de sus seguidores y clientelas políticas, quienes sin rubor, por intereses o por ceguera, repiten los fraseos embusteros que identifican a una clase política que se asume como “nueva” pero que ciertamente reivindica las peores artes del engaño para construir sus bases de seguidores acríticos y comedidos.
Están de plácemes quienes controlan la paternidad de los nuevos tiempos, los de la mal llamada transformación, fuente inagotable de los engaños que tanto criticaron y prometieron no hacer.
Detrás del no robar, puede observarse la construcción de nuevas fortunas y el reforzamiento de otras ya existentes, de familias e individuos que conforman el grupo político en el poder. Acaudalados patrimonios que no resisten un cotejo de suma y resta. Fortunas construidas al fragor de las “grandes” batallas por manejar los presupuestos públicos para presurosos llenar sus bolsas, a través de corruptelas innegables e injustificables. Robar poquito o muchísimo son muestra de la continuidad de lo que tanto supuestamente detestaban y detestan pero que ahora los enmarca en la desfachatez de sus impropias conductas.
En los dos supuestos de no mentir y no robar y la evidente ruptura de ambos, se incuba el tercero de ellos, el de no traicionar al pueblo y en ello mismo se establece el cierre de un circulo pernicioso. Traicionan altaneramente la esperanza depositada, el clamor de millones por hacer y ser diferentes.
Corre el tiempo y las traiciones enmascaradas en penumbras discursivas, no serán posibles de ocultarse, porque parten del principal liderazgo, el del personaje que ha construido y mantenido desde su petulancia de porte histórico la ruta de un conjunto político que miente, roba y traiciona sin escrúpulos, como él.
Siete años después de su arribo, es evidente la destrucción y la captura institucional y política y la conformación de un régimen autoritario.
El sustento “moral” de su transformación está destrozado. Mienten, roban y traicionan, porque no les importa la congruencia que vociferantes dicen tener. En el fondo saben que cada vez queda más claro y por ello buscan cancelar la crítica y las expresiones que se manifiesten en contra, con controles legales y extralegales, para ello tienen y ejercen su poder, no para resolver los problemas sino para garantizar su dominio.
Vivimos en tiempos de mentiras, de saqueos y traiciones, pero no podrán mantenerse por mucho tiempo más. En algún momento, mañana o pasado, las máscaras, las falsedades acabarán en la basura de la historia, esa misma que juzga y que ahora insiste en no comprenderse por la prepotencia y la ignorancia con la que las encarnaciones del pueblo se comportan. Sea pues.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
También hay los que lo hacen muy bien y son un orgullo nacional como Isaac Del Toro, Matías Grande, los ganadores de robótica, entre otros. Felicidades.



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