El AIFA despega… rumbo al conflicto

A Fuego Lento  Alfredo González 

El conflicto aéreo con EU es una factura más del sexenio de López Obrador: decisiones unilaterales, cambios forzados y una visión ideológica que puso la política por encima de la técnica. El AIFA nació como un capricho que amenaza al nuevo gobierno

Por si la presidencia de Claudia Sheinbaum necesitara más frentes abiertos, ahora le aterriza –literalmente– un conflicto bilateral con Estados Unidos. No es nuevo, pero sí urgente.

El Departamento de Transporte (DOT) estadounidense acusó a México de incumplir el acuerdo aéreo bilateral, y eso podría desarmar la alianza estratégica entre Aeroméxico y Delta, que les permite operar como una sola aerolínea entre ambos países. El reloj corre: octubre es la fecha límite.

El conflicto se gestó en el último tramo de Andrés Manuel López Obrador, pero en días recientes cobró nueva vida por una razón sencilla: el gobierno mexicano no actuó. Con el ex presidente no hubo respuestas claras, ni voluntad política para recomponer el diálogo técnico.

Las decisiones unilaterales tomadas desde Palacio –como recortar operaciones del Aeropuerto de la CDMX o forzar el traslado de carga al AIFA– se aplicaron sin consensos, sin pruebas y sin diplomacia. Ahora, le toca pagar la cuenta a la nueva administración.

 

Lo que Estados Unidos está haciendo no es otra cosa que marcar el fuera de lugar. El DOT no defiende a Delta: defiende el equilibrio del tratado y acusa que las reglas se modificaron sin respetar el juego.

La Agencia Federal de Aviación Civil de México deberá responder con algo más que discursos. Se necesitan datos concretos, evidencia técnica y, sobre todo, voluntad de corregir.

Porque lo que está en juego no es sólo una ruta comercial: es la credibilidad de México como socio estratégico.

Y es que en la narrativa oficial intentan blindarse con el argumento de la soberanía. Desde Palacio Nacional han dicho que no permitirán presiones externas, pero este no es un asunto de bandera. Es una cuestión de competitividad, conectividad y viabilidad económica.

A los pasajeros no les importa dónde aterrice la geopolítica: les importa llegar a tiempo, con buenas tarifas y sin perder horas entre el AIFA y el AICM. Algo que, hoy por hoy, sigue siendo inviable.

El AIFA, diseñado como emblema del sexenio anterior, no ha logrado despegar como centro de operaciones internacionales. Las aerolíneas de carga han encontrado cierta eficiencia en sus operaciones, pero los vuelos comerciales siguen en tierra.

Pese a estímulos fiscales, promesas de slots y hasta discursos patrióticos, las grandes aerolíneas prefieren mantenerse en el AICM o, de plano, no llegar.

El problema es más profundo. México prometió ser hub regional, pero su sistema aeroportuario no está ni conectado ni coordinado.

Mientras Houston, Dallas, Atlanta o Panamá consolidan redes aéreas fluidas, México se pierde en decisiones políticas disfrazadas de estrategia.

Hoy, Sheinbaum enfrenta un dilema que mezcla política exterior, diplomacia técnica y reputación económica. Si no resuelve rápido, el país puede pagar caro un conflicto que, por soberbia o negligencia de “Ya sabes quién”, se dejó escalar innecesariamente. Y en el tablero global, no hay lugar para improvisaciones.

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SI UNO REVISA con cuidado el video del Consejo Nacional de Morena, celebrado el fin de semana, se dará cuenta de qué gobernadores y dirigentes partidistas apoyaron o no las arengas en favor del senador Adán Augusto López. Sea como fuere, crece el bloque en contra del tabasqueño en el Senado de la República. Quieren que deje la Coordinación.

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LA CONFEDERACIÓN DE TRABAJADORES DE MÉXICO (CTM) prepara el relevo de su secretario general, Carlos Aceves del Olmo. Su delicado estado de salud hace inminente el cambio, por lo que ya están en curso los preparativos de la elección del próximo dirigente de la vieja central sindical, fundada en 1936.

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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “El cielo no tiene fronteras, pero sí reglas. Y el gobierno de López Obrador decidió ignorarlas”.