EL PELIGRO ESTÁ EN NO HACER NADA

Opinión     Jorge Viveros Pasquel

Se hablaba anteriormente sobre la importancia de la participación ciudadana en Xalapa, en donde, la seguridad pública sigue siendo uno de los temas que más preocupa a la población, pero paradójicamente también uno de los espacios donde el compromiso social es más débil o, por decir lo menos, intermitente. A pesar del hartazgo social ante la delincuencia, la mayoría de los ciudadanos continúan relegando el tema exclusivamente a sus gobiernos, como si se tratara de una responsabilidad ajena y no de una construcción colectiva. Esta desconexión entre sociedad y gobierno en materia de seguridad, no solo disminuye el rendimiento institucional, sino que también impide el desarrollo de soluciones sostenibles, cercanas y legítimas.

La falta de participación ciudadana en la seguridad pública en nuestra capital, tiene múltiples consecuencias; una de las más graves es la erosión de la confianza entre la ciudadanía y sus autoridades. Cuando hay pocos canales de diálogo o pocos mecanismos efectivos para denunciar, observar o proponer, la policía se convierte en algo lejana o incluso, en ocasiones, en algo hostil. Por otro lado, la ausencia de vigilancia social propicia abusos y corrupción, mientras que la desinformación y el miedo impiden que los ciudadanos colaboren activamente con las estrategias de prevención del delito o en el intercambio de información. En este vacío, se fortalece la impunidad, y con ella se normaliza el delito, lo que termina afectando irremediablemente el tejido social.

Otro efecto preocupante de esta indiferencia es la incapacidad de los gobiernos locales para diseñar políticas de seguridad verdaderamente adecuadas al contexto. Sin embargo, es hasta previsible que sin la participación de comités vecinales o consejos ciudadanos, las autoridades operen basándose en datos, en algunos casos incompletos, y por ende, los recursos públicos se utilicen en acciones desconectadas de la realidad: patrullajes parcialmente mal focalizados, programas preventivos incompletos y/o diagnósticos elaborados sin la voz de quienes viven el problema todos los días.

Participar en la seguridad pública no significa hacer el trabajo del policía , sino ejercer el derecho y el deber de incidir en las decisiones que afectan la vida común, lo que implicaría; exigir transparencia, evaluar el desempeño de las corporaciones, colaborar en la prevención del delito, participar en diagnósticos locales y generar entornos más seguros desde la misma comunidad. La seguridad no se construye solo con más armas o más policías, sino con más corresponsabilidad, más tejido social y más vigilancia ciudadana.

En una ciudad donde romper con la pasividad ciudadana es un acto urgente, la seguridad no puede seguir siendo asunto exclusivo de gobiernos. Necesitamos un nuevo pacto social en el que la ciudadanía no sea solo espectadora de su propia crisis, sino protagonista activa en la construcción de entornos seguros y dignos para todos los que habitamos nuestra Xalapa.