
¡Haz patria , mata a un…!
Desde a Janela Felipe de Jesús Fernández Basilio
Así gritaban unos vándalos infiltrados en una protesta vecinal en la Ciudad de México (con artículo, no comparto la moda de quitárselo si lo correcto en lengua española es utilizar el artículo en casos como este, aparte de que se lee y se escucha más elegante) antes de comenzar a hacer lo que mejor saben, destruir mobiliarios de todo tipo de establecimientos y dañar cuanta fachada se encontrara a su paso.
Todo eso hicieron con la complacencia de las autoridades locales y la tibieza, rayando en la frialdad, de la presidente, quien solo se limitó a decir unas cuantas palabras sin tomar acción alguna.
Demostrándose con lo anterior una vez más la renuncia del gobierno del segundo piso de la transformación que no fue ni tampoco será a, válgase la redundancia, gobernar.
Y es que, permitir que se intente hacer una “Tarde de los Cristales Rotos” en contra de quien sea y sin que haya consecuencias legales de ningún tipo en contra de sus perpetradores, no es gobernar.
Las autoridades justifican su negligencia aduciendo que ellos no reprimen, cosa que dudo mucho debido a la notoria censura practicada contra medios de comunicación y periodistas en lo individual activando, ahí sí, el sistema penal; no olvidemos que la censura es una forma de represión.
Más en este caso no se les pide que repriman a las manifestaciones, lo que se les exige es que hagan su trabajo y mediante la realización de labores de inteligencia policial identifiquen a quienes se infiltraron e inicien los correspondientes procesos legales en contra de ellos y nada más de ellos.
Ahora bien, el tema de la marcha y las causas que le dieron origen merecen ser atendidas, así como también entendidas.
Efectivamente, en la Ciudad de México (con artículo) se está produciendo un fenómeno mercantil que se da en todo el mundo y, desde luego, en otras ciudades del país y ese fenómeno consiste en que zonas céntricas y/o colonias antiguas que se encontraban deterioradas, resurgen debido al interés personas nacionales o extranjeras con cierto desahogo económico por vivir en esos lugares.
Siendo la parte positiva de este fenómeno llamado gentrificación el que esos lugares cobren un segundo aire debido a que debido a que los residentes que a ellos llegan derraman más dinero y eso motiva a los propietarios a reparar sus inmuebles para poder ponerlos en renta y al mismo tiempo se crean establecimientos comerciales de gama alta en lugares que estaban prácticamente abandonados.
La parte negativa de la gentrificación consiste en que muchos lugareños no resisten los nuevos precios y se ven obligados a marcharse a lugares lejanos y muchas veces inhóspitos, lo cual crea tensiones y resentimientos que son muy justos, solo que se equivocan en cuanto a su destinatario; a ellos no les fallaron ni el mercado ni los llegados, a ellos el que les ha fallado es el gobierno.
Sí, el gobierno vuelve a renunciar, de nueva cuenta válgase la redundancia, a gobernar cuando mantiene en condiciones inhabitables las periferias de las ciudades y gasta el presupuesto en obras faraónicas totalmente improductivas; cuando en lugar de llevar servicios básicos, seguridad pública, ordenamiento territorial e infraestructura a los cinturones de pobreza en todas las ciudades del país, gasta dinero a manos llenas en cancelar aeropuertos cuya construcción estaba muy avanzada o en refinerías que no producen más que agua debido a que se inundan constantemente.
Ahí es en donde está la falla, ya que las migraciones, en un sentido y en otro, siempre se han producido y se seguirán llevando a cabo y eso es absolutamente normal, lo que ya no lo es, y además es imperdonable, es que existan los llamados cinturones de miseria alrededor de las ciudades ante la indolencia de las autoridades.
Por desgracia, en estos tiempos del segundo piso de la transformación que no fue ni tampoco será domina el pensamiento comunistoide que consiste en castigar a las zonas que se desarrollan en la supuesta búsqueda de una igualdad social, en lugar de tratar de alcanzar dicha igualdad social a través de la inversión pública fuerte y sostenida en las zonas más desfavorecidas.
Estoy absolutamente de acuerdo con la frase de hacer patria, solo que en lugar de exigir matar a alguien prefiero exigir que realmente trabaje el gobierno en lugar de solo hablar sandeces todas las mañanas.
¡Haz patria, exige desarrollo al gobierno!