Trump pasmó a los demócratas, pero algo se mueve. Arriba y abajo, EU se moviliza.
La Universidad de Harvard se negó a ceder ante Donald Trump. Más de 500 bufetes de abogados han dado su apoyo a algunos de sus colegas en conflicto, mientras Trump busca vengarse de los abogados que representaron o ayudaron a sus rivales políticos. La agencia de noticias más antigua del país [Associated Press] luchó contra Trump en los tribunales tras ser expulsada del Despacho Oval. Los mítines de Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez tienen cada vez más gente aunque los demócratas están pasmados por la derrota de noviembre. ¿Ha iniciado la resistencia en Estados Unidos?
Por: SinEmbargo
Ciudad de México.– Los líderes demócratas, quizás acostumbrados a mejores tiempos, están pasmados. La oligarquía estadounidense, que parecía feliz de acompañar a Donald Trump en su triunfo, está observante y cautelosa mientras las perspectivas económicas se hunden. Pero algo se está moviendo, arriba y abajo, en todo Estados Unidos.
Las universidades –y Harvard en particular– han reaccionado porque Trump decidió tocarlas directamente, ordenándoles acciones indignas para cualquier institución educativa en el mundo. Los mercados bursátiles y financieros han expresado su descontento a las políticas arancelarias de su Presidente, con caídas históricas. Miles de abogados en despachos por todo Estados Unidos se están organizando para oponerse en las cortes a las políticas trumpistas y la pregunta es si ha iniciado una resistencia; si estos esfuerzos se pueden considerar La Resistencia, así, con mayúsculas.
La respuesta es simple: es muy pronto para saberlo.
“Durante la mayor parte de nuestras vidas, ha sido fácil decir que eres progresista, o decir, que estás a favor de la justicia social. O decir que estás a favor de la libertad de expresión, y no tener que pagar un precio por ello. Y ahora estamos en uno de esos momentos en los que no basta con decir que estás a favor de algo. Puede que realmente tengas que hacer algo y posiblemente sacrificarte un poco”, dijo recientemente el expresidente Barack ObamaLo cierto es que ni es Obama quien mueve. Los mítines de Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez tienen cada vez más gente, y eso sí es un cambio. Los profesores y estudiantes se están organizando para movilizarse de manera regular y esto va de la mano con una caída en la la popularidad de Trump. Pierde aceptación hasta niveles que quizás él mismo no esperaba.
Un texto de Luke Broadwater para The New York Times dijo el miércoles pasado que mientras Trump ejerce su poder sobre universidades, bufetes de abogados, empresas de medios de comunicación y más, algunas de las instituciones más poderosas del país se enfrentan a la disyuntiva de llegar a un acuerdo con la Casa Blanca o contraatacar.
“En las últimas semanas, un número creciente de ellas opta por enfrentarse al Presidente. La Universidad de Harvard se negó esta semana a ceder ante lo que su presidente llamó ‘afirmaciones de poder, desvinculadas de la Ley’. Más de 500 bufetes de abogados han dado su apoyo a algunos de sus colegas en conflicto, mientras Trump busca vengarse de los abogados que representaron o ayudaron a sus rivales políticos. La agencia de noticias más antigua del país [Associated Press] luchó contra Trump en los tribunales tras ser expulsada del Despacho Oval. El nuevo rostro de la resistencia no se parece al del primer mandato de Trump, cuando funcionarios que se oponían a su agenda desde dentro del Gobierno intentaron establecer barreras para impedir algunas de las ideas más radicales del Presidente”, detalla.
Ahora la lucha está al descubierto, sostiene: “Las barreras han desaparecido, en gran parte porque Trump exige lealtad de todos a su alrededor. Con casi ninguna voz de oposición dentro de la Casa Blanca, la campaña del Presidente contra las instituciones de Gobierno, la sociedad y el derecho ha sido más intensa y se ha desarrollado con mayor rapidez que durante su primer mandato. Y si bien Trump ha logrado obtener enormes concesiones mediante amenazas, demandas y coerción —y no ha dado señales de detenerse—, hay indicios de un cambio de estrategia entre algunos de sus objetivos”, afirma Luke Broadwater.
El regreso a las calles
Estudiantes y profesores en distintos puntos de Estados Unidos parecen haber entendido, finalmente, que necesitan ponerse de pie. Este jueves 17 de abril llevaron a cabo protestas en todo el país para oponerse a lo que, según ellos, constituyen “amenazas a la libertad académica por parte de la administración Trump”.
En la ciudad de Nueva York, cientos de manifestantes marcharon más de un kilómetro y medio desde Washington Square Park hasta el Palacio de Justicia de Nueva York con carteles que decían: “¡Resistan el odio!” y “¡Fuera manos de nuestras Universidades!”. Los manifestantes, entrevistados por medios estadounidenses, dijeron que respondían a los recientes recortes de financiamiento en las universidades y a la presión de Donald Trump para arrestar y silenciar a los manifestantes pro-palestinos.
Horas antes, se llevaron a cabo protestas en la Universidad de Yale, y se programaron más en unos 150 campus de todo el país. Las protestas fueron organizadas por la Coalición para la Acción en la Educación Superior y la Asociación Americana de Profesores Universitarios. La fecha de las protestas coincidió con el aniversario del primer campamento pro-palestino en la Universidad de Columbia, lo que desencadenó protestas en campus de todo el país.
Youngmin Seo, profesor del LaGuardia Community College de Nueva York, le dijo a The Wall Street Journal: “Sin libertad de pensamiento e ideas no tenemos futuro”.
En los últimos meses, la administración Trump ha criticado duramente a las universidades por lo que, según afirma, son fallos en la protección de los estudiantes judíos. Ha suspendido o cancelado financiamiento a Columbia, Harvard y otras universidades. Columbia ha implementado los cambios exigidos por la administración Trump para restaurar 400 millones de dólares en financiación, incluyendo la prohibición del uso de mascarillas, la facultad de la policía del campus para arrestar a estudiantes y el nombramiento de un vicerrector superior con amplias facultades para supervisar el departamento de Estudios de Oriente Medio, Asia Meridional y África, así como el Centro de Estudios Palestinos.
Pero no todas las universidades han cedido al chantaje de Trump y, como Harvard, se están convirtiendo en un punto de resistencia a una Administración federal que avanza hacia el fascismo de manera acelerada mientras el Partido Demócrata se mantiene congelado, todavía, después de la derrota de noviembre pasado.
La resistencia saldrá caro a Harvard, por supuesto. Este viernes 18 de abril, la administración Trump presionó para que entregue los registros del dinero que recibió de fuentes extranjeras durante una década. Es la última de una creciente campaña de presión contra la universidad más prominente del país.
Las universidades estadounidenses reciben miles de millones de dólares en subvenciones, contratos o donaciones de fuentes extranjeras, de las cuales deben informar semestralmente al Gobierno. En una carta enviada el jueves al presidente de Harvard, Alan Garber, la oficina del Asesor General del Departamento de Educación de Estados Unidos escribió que Harvard realizó divulgaciones “incompletas e inexactas” entre 2014 y 2019.
“La solicitud de registros de hoy es el primer paso de la administración Trump para garantizar que Harvard no esté siendo manipulada ni siguiendo órdenes de entidades extranjeras”, declaró la secretaria de Educación de Estados Unidos, Linda McMahon, en un comunicado. La carta a Harvard no presentó ninguna prueba de que esto estuviera sucediendo.
Harvard: el inicio
La unidad más vieja (388 años) y rica de Estados Unidos parece haberse puesto de pie y con ella, muchos donantes que ahora la respetan por no doblarse a las exigencias de la Administración Trump. El Gobierno le pidió a Harvard que hiciera una serie de cosas —como auditar el trabajo de los profesores para detectar plagio y denunciar a las autoridades federales a los estudiantes internacionales que incumplen las normas— que indignaron a los directivos de la universidad, a otros profesionales de la educación superior y a personas mucho más allá de sus puertas de hierro.
En cuestión de horas, el Gobierno federal respondió con una congelación de fondos de dos mil 200 millones de dólares, y más tarde esa misma semana anunció que intentaría revocar la exención de impuestos de Harvard. Dijo que está atacando a Harvard porque no ha hecho lo suficiente para combatir el antisemitismo. No está claro cuántas personas han donado a Harvard esta semana. La universidad no respondió a las solicitudes de datos sobre donaciones hecha por la prensa estadounidense pero muchos de los cuales nunca habían donado a la institución, enviaron donaciones esta semana.
“Nadie que hablara con The New York Times sobre donar a Harvard esta semana se hacía ilusiones de que sus pequeñas donaciones reforzarían significativamente las finanzas de la universidad en su multimillonaria batalla con el Gobierno. Pero para muchos, ya no se trataba de Harvard. Harvard era ahora un símbolo”, señala The New York Times.
“Algunos exalumnos famosos también se sintieron inspirados. El expresidente Barack Obama, exalumno de la Facultad de Derecho de Harvard, criticó recientemente a las universidades adineradas por no adoptar una postura más firme contra Trump. Esta semana, Obama, junto con los senadores Chuck Schumer, otro exalumno, y Bernie Sanders, exprofesor de Harvard, elogiaron a la universidad. Laurence Tribe, influyente profesor emérito de Derecho de Harvard, afirmó que era el momento de enviar donaciones a Harvard”, explica el diario estadounidense.
La Administración Trump ha intensificado la represión contra los estudiantes internacionales, que comenzó con el arresto de varios de los que participaron en protestas pro-Palestina, incluido el estudiante de Columbia Mahmoud Khalil. También ha revocado las visas de estudiantes internacionales, sin explicar los motivos.
Líderes adormilados
La exvicepresidenta Kamala Harris, candidata demócrata para 2024, encabezará un evento de recaudación de fondos para el Comité Nacional Demócrata el próximo mes, mientras intensifica su reincorporación al mundo político tras su derrota del otoño pasado. El evento está programado para el 6 de mayo en Nueva York. Se anuncia como una conversación entre Harris y Ken Martin, presidente del Comité Nacional Demócrata. Las entradas tienen un precio inicial de 25 mil dólares; otros pueden pagar, si desean, hasta 44 mil dólares para ¿qué? Para “construir a la oposición”.
Harris comienza a retomar lentamente la arena política, cinco meses después de que el Presidente Trump se impusiera en su truncada contienda electoral general.
La realidad es que los demócratas siguen pasmados, aplastados. Trump ha podido avanzar en su agenda sin realmente oposición.
Apenas Bernie Sanders, de 83 años, y Alexandria Ocasio-Cortez, de 38 años, se han levantado. Están llenando plazas, cines y teatros para lanzar oponerse a Trump. El Senador por Vermont y la congresista de Nueva York son demócratas pero tienen una agenda más social que la de los anquilosados demócratas. Intentan movilizar a la clase obrera. Su gira se llama Fighting Oligarchy (Luchando contra la oligarquía), y está sumando por miles a los que protestan.
“No tiene por qué ser así”, dijo Sanders ante miles de partidarios en un mitin en Folsom, el martes pasado por la noche. “No es una idea radical que en este país, cada hombre, mujer y niño pueda y deba tener un nivel de vida digno”.
El diario Fresno Bee, de Fresno California, reseñaba este viernes la movilización:
“[Bernie Sanders] dijo que cientos de miles de personas duermen en las calles cada noche y millones más gastan más de la mitad de sus ingresos en vivienda. El mensaje refleja la agenda populista y centrada en los trabajadores que Sanders impulsó durante su campaña presidencial de 2016. Y es el mensaje que el autodenominado socialdemócrata y la representante Alexandria Ocasio-Cortez han estado transmitiendo a grandes multitudes en su viaje a zonas mayoritariamente republicanas del país en su gira ‘Combatiendo la Oligarquía’”.
“Bajo un cielo primaveral suave y fresco, unas 30 mil personas se congregaron el martes en la pista de atletismo del Folsom Lake College para escuchar el discurso de los líderes progresistas. Durante gran parte del evento, un avión monomotor sobrevoló el lugar con una pancarta que decía: ‘¡Folsom es el país de Trump!’”.
“Creemos en un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. No en un gobierno de los multimillonarios, por los multimillonarios y para los multimillonarios”, dijo Sanders
“Debemos reconocer abiertamente el momento aterrador que vivimos”, agregó Ocasio-Cortez. “La destrucción de nuestros derechos y nuestra democracia está directamente relacionada con la creciente y extrema desigualdad de riqueza que se ha ido acumulando en Estados Unidos durante años […]. No es casualidad que Elon Musk invirtiera más de 250 millones de dólares para ayudar a elegir a Trump en 2024”, agregó.
Despertar en el Congreso
“A medida que Trump se acerca a los cien días de su presidencia, los líderes demócratas del Congreso, que tardaron en plantarse ante un Presidente descontrolado, están empezando a encontrar maneras de usar la poca influencia que tienen para contraatacar”, dice un texto de este jueves en The New York Times.
De acuerdo con el diario estadounidense, cientos de legisladores han firmado media docena de escritos judiciales que impugnan las directivas ejecutivas ilegales de Trump; otros han celebrado audiencias ‘en la sombra’ que destacan las medidas de la administración que han pisoteado el estado de derecho y eliminado programas federales cruciales. En el Senado, han utilizado normas para retrasar la confirmación de algunos funcionarios de menor rango de la administración.
Incluso cuando estaban destinados a perder, algunos legisladores demócratas han logrado poner de relieve su resistencia a la administración. El senador Cory Booker, de Nueva Jersey, atrajo una atención descomunal con un discurso récord de 25 horas en el pleno del Senado, una proeza física de resistencia y control de vejiga que tuvo una gran repercusión —acumulando millones de «me gusta» en TikTok—, aunque en realidad no impidió que el presidente hiciera nada.
Esta semana, el senador Chris Van Hollen, de Maryland, acaparó titulares al viajar a El Salvador para presionar por el regreso de Kilmar Armando Ábrego García, un inmigrante que residía en su estado hasta que fue deportado injustamente. El Gobierno de Trump ha dejado claro que no tiene intención de traerlo de vuelta a Estados Unidos. Se encuentra en una prisión salvadoreña de alta seguridad. Pero los demócratas aplaudieron a Van Hollen por presentarse y, al menos, intentar oponer resistencia. Van Hollen publicó en redes sociales que se había reunido con Ábrego García el jueves y le había transmitido un mensaje a su esposa, aunque el Presidente de El Salvador Nayib Bukele afirmó en redes sociales que permanecería bajo custodia salvadoreña.
“Muchos activistas demócratas aún exigen una mayor resistencia de sus líderes en Washington y están convencidos de que una generación más joven y combativa podría lograr mejores resultados”, dice el texto del Times.
Se puede anteponer el Don, bien ganado y en demostración de respeto; o también es posible referirse como Ahued, en términos de popularidad y confianza. Estamos ante un caso singular de quien, siendo empresario, lleva algún tiempo en la política conservando aceptables niveles de respeto y reconocimiento social. Por su prestigio y eficacia fue un evidente acierto de la Gobernadora Nahle, haberlo nombrado Secretario de Gobierno. Es la segunda posición en la jerarquía gubernamental y estaba muy maltrecha por haber tenido recientemente, sexenio anterior, titulares improvisados, con agenda personal o de bajo perfil. Digamos que volvió la pulcritud y el trabajo político abierto a esa Secretaría.
El Secretario Ahued valora su nombre y su prestigio, eso es indispensable en el servicio público, donde no se debe renunciar a las cuestiones legales y éticas a nombre de fines y el pragmatismo. Eso y su palabra lo hace confiable.
No lo he visto personalmente desde hace un año y medio aproximadamente; como Alcalde tuvo apertura y atención a las gestiones que le presentó la organización ( MOPI ) de la que formo parte. Fui testigo de su alto ritmo de trabajo y de la seriedad con que atendía.
Es evidente que en su cargo actual no aparecerán campañas de promoción personal ni acoso a líderes sociales y a periodistas. Se tiene una ventana con el Gobierno en el Secretario y rinde buenas cuentas a los veracruzanosy a la Gobernadora. Igualmente, en el Subsecretario Pozos , tiene a la dupla completa para atención de los asuntos políticos en Veracruz. Hablar de ingobernabilidad es demasiado general y no implica directamente al Secretario en asuntos de violencia y de seguridad. El perfil de Ahued es de diálogo y la verdad, no de lo que se conoce como mano dura; su estilo y conducta política es lo más apropiado para la realidad veracruzana; en los hechos reconoce la pluralidad social y política de Veracruz. En el actual contexto electoral un funcionario así debe ser recibido con aceptación de parte de los partidos políticos y sus candidatos.
En fin, lo que escribo lo dicta mi conciencia, no podría ser omiso, indiferente o apático ante el relativo y fugaz debate que se ha dado sobre el papel de la Secretaría de Gobierno en el momento actual de Veracruz. Digo lo que me consta y me enfoco en hechos.
Le conviene a nuestra vida pública tener autoridades con las características de Ahued: decente, de palabra, serio y transparente. No hay lugar para grillos y abusos.
DON RICARDO AHUED
Por: Uriel Flores Aguayo
Opinión Uriel Flores Aguayo
Se puede anteponer el Don, bien ganado y en demostración de respeto; o también es posible referirse como Ahued, en términos de popularidad y confianza. Estamos ante un caso singular de quien, siendo empresario, lleva algún tiempo en la política conservando aceptables niveles de respeto y reconocimiento social. Por su prestigio y eficacia fue un evidente acierto de la Gobernadora Nahle, haberlo nombrado Secretario de Gobierno. Es la segunda posición en la jerarquía gubernamental y estaba muy maltrecha por haber tenido recientemente, sexenio anterior, titulares improvisados, con agenda personal o de bajo perfil. Digamos que volvió la pulcritud y el trabajo político abierto a esa Secretaría.
El Secretario Ahued valora su nombre y su prestigio, eso es indispensable en el servicio público, donde no se debe renunciar a las cuestiones legales y éticas a nombre de fines y el pragmatismo. Eso y su palabra lo hace confiable.
No lo he visto personalmente desde hace un año y medio aproximadamente; como Alcalde tuvo apertura y atención a las gestiones que le presentó la organización ( MOPI ) de la que formo parte. Fui testigo de su alto ritmo de trabajo y de la seriedad con que atendía.
Es evidente que en su cargo actual no aparecerán campañas de promoción personal ni acoso a líderes sociales y a periodistas. Se tiene una ventana con el Gobierno en el Secretario y rinde buenas cuentas a los veracruzanosy a la Gobernadora. Igualmente, en el Subsecretario Pozos , tiene a la dupla completa para atención de los asuntos políticos en Veracruz. Hablar de ingobernabilidad es demasiado general y no implica directamente al Secretario en asuntos de violencia y de seguridad. El perfil de Ahued es de diálogo y la verdad, no de lo que se conoce como mano dura; su estilo y conducta política es lo más apropiado para la realidad veracruzana; en los hechos reconoce la pluralidad social y política de Veracruz. En el actual contexto electoral un funcionario así debe ser recibido con aceptación de parte de los partidos políticos y sus candidatos.
En fin, lo que escribo lo dicta mi conciencia, no podría ser omiso, indiferente o apático ante el relativo y fugaz debate que se ha dado sobre el papel de la Secretaría de Gobierno en el momento actual de Veracruz. Digo lo que me consta y me enfoco en hechos.
Le conviene a nuestra vida pública tener autoridades con las características de Ahued: decente, de palabra, serio y transparente. No hay lugar para grillos y abusos.