
Ovidio
Detective Diego Enrique Osorno.
La noche mexicana del viernes 15 de septiembre de 2023, un jet del gobierno de EU aterrizó en el aeropuerto O’Hare de Chicago con Ovidio Guzmán López a bordo, esposado, con grilletes y sin sonrisa.
Durante su audiencia inicial se le leyeron once cargos federales: tráfico de fentanilo, conspiración criminal, lavado de dinero, posesión de armas, entre otros delitos que, en conjunto, presagiaban cadena perpetua.
Sin embargo, a estas alturas de lo que me ha tocado reportear durante la llamada guerra contra las drogas, me queda claro que la justicia estadounidense no castiga para escarmentar, sino para negociar. Por eso el destino de Ovidio dependía menos de los delitos que hubiera cometido que de lo que pasara en la coyuntura política del momento y de lo que pudiera contar.
Y parece que ya está contando.
Hace apenas unas semanas, seis de los once cargos en su contra fueron retirados por los fiscales estadounidenses. Sí, la palabra ‘acuerdo’ es la que cambia todo: transforma a un presunto terrorista en un testigo colaborador; a un enemigo público en aliado estratégico del Departamento de Justicia; a un símbolo del crimen trasnacional en una herramienta de la narrativa fascista en tiempos de Donald Trump.
Ovidio debe estar dando ya información. Y no cualquiera: nombres de operadores, rutas de fentanilo, laboratorios, flujos de dinero, campañas electorales, policías sobornados, generales cómplices, funcionarios en activo… Información que más allá de causar un cisma en lo que queda del Cártel de Sinaloa hoy en guerra, puede hacerlo con el sistema político mexicano.
El hijo del “Chapo” nunca fue una figura mediática como su padre. No tenía su mística ni su relato. Tampoco poseía la visión estratégica de Ismael “El Mayo” Zambada, pero quizá precisamente por eso -porque no tenía nada que cuidar, ni reputación ni lealtades ni futuro- puede ser el testigo más útil de todos. Uno sin pasado heroico, pero con acceso a secretos de los años recientes.
Espectáculo aparte será ver la escandalosa incongruencia trumpista que exhibirá este caso: el mismo gobierno que califica al fentanilo como una “arma de destrucción masiva” y exige a México guerra frontal contra el narco, negocia beneficios judiciales con uno de los grandes fabricantes de esa droga en el hemisferio occidental.
…Porque si su testimonio ayuda a culpabilizar a rivales geopolíticos, a desestabilizar gobiernos vecinos, a avivar la guerra económica y a justificar políticas fronterizas más agresivas, entonces su verdad vale más que la justicia.
Lo que Ovidio diga -y sobre todo lo que no diga- podría exhibir una vez más no solo la narrativa transaccional de la falsa guerra contra las drogas, sino los límites de la hipocresía binacional. Porque si EU lo convierte en testigo estrella, a estas alturas tampoco debería haber ya duda de que nunca ha luchado contra los narcos
Negocia con ellos.
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