
Ozzy en el infierno de la Casa Blanca
Política cero Jairo Calixto Albarrán
En vez de resguardarse en las polvaredas que desató el triste fallecimiento del master blaster Ozzy Osbourne —Príncipe de las tinieblas—, algunas personitas que estaban en el ojo del huracán se aferraron neciamente a seguir haciéndola de jamón.
Gacho el caso de Donald Trump, que cada cinco minutos le da de trompadas al mundo para expandir polvaredas que tapen la horripilante historia del nada Cándido Donald y el Jeffrey Epstein y su isla de la fantasía para viejos cochinos y desalmados. Se sabe: entre más trates de ocultar tus infiernitos, estos encontrarán la manera de asomarse y convertirse en trending topic. Ya demandó al Wall Street Journal, amenazó con más y peores aranceles al mundo, se la pasa chingue y jode a México, provocó a Obama con un video donde lo meten al tambo (o sea, perdón, si el felón es el de pelos de elote) para luego pasar a acusarlo de que le está preparando un golpe de Estado (ni modo que Barack quisiera venderle chiles a Clemente Jacques), rematando con actos que revelan su urgencia de convertirse en dictador pinochetista.
Mientras la Opo nacional habla histeriquitamente de una dictadura, mi Donald ejerce a plenitud y censura de a devis a todos los medios y a los más importantes conductores de los programas nocturnos de comedia en Estados Unidos, solo porque lo caricaturizan. Así, logró que corrieran al master Stephen Colbert (una grosería a la que el conductor de Late Show le respondió con un “Fuck you”, a ver si no me lo mandan al Alligator Alcatraz), y anunció que tiene en la mira al supersayayín del humor, Jon Stewart. Ante tan siniestra y autoritaria perspectiva, solidariamente se les han unido grandes de la sátira como Jimmy Kimmel, Jimmy Fallon, John Oliver y Seth Mayers, para enfrentar al ogro para nada filantrópico de Donald, que es un Godzilla aplastando con su gorda cola a la democracia.
Y el Trumpañero: “Después de lo que me hicieron, sea correcto o no, es hora de perseguir gente”. Y dice que va sobres contra Obama, del que seguro arrancará de cuajo todas sus estatuas como hizo Sandra Baticuevas Rojo de la Vega con las del Che y Fidel. Ya le explicó Clara Brugada que no puede vender ni subastar estatuas que no son suyas. Qué se me hace que lo que quiere es poner en esa banca, que se ha quedado solitaria, una estatua del Chicharito-Misoginito mansplaineando con Trump y Díaz Ordaz, héroes de la gentil damita.
El anarcokapitalismo no puede estar más desprestigiado.
Ozzy ejecuta la de “Paranoico”.
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