Salud, ya no como en Dinamarca, pero ahora en serio

CAMALEÓN   Alfredo Bielma Villanueva
El nombramiento de David Hershenobich como titular de la Secretaría de Salud en el gabinete de Claudia Sheinbaum refresca las perspectivas para un sector tan importante para los mexicanos; dueño de una trayectoria de inconfundibles raíces científicas y la reconocida seriedad de sus planteamientos, quien será el Secretario de Salud con Claudia Sheinbaum encontrará un escenario poco optimista porque en los seis años del actual gobierno estuvo sometido a ocurrencias y decisiones nada plausibles. Desaparecer el Seguro Popular sin previamente definir la estrategia para absorber el impacto que esa medida causaría provocó graves deficiencias en el Sector Salud; el drástico rompimiento de la cadena de suministro de medicinas es otro significativo golpe al sector,  porque al crear el INSABI sin contar con diagnósticos ni soluciones apropiadas se generaron severas distorsiones en la continuación de apoyos para gastos catastróficos afectando a la población de menores recursos económicos. Y para solventar el problema creado se apeló al esquema del IMSS-Bienestar que consiste en agrupar instituciones del primero y segundo nivel perteneciente al sector salud de las entidades cuyos gobiernos aceptaron participar en ese proyecto, pero la improvisación inherente olvidó detalles como los derechos laborales del personal a su servicio. Obviamente, el traspaso de esas unidades equivale a un trasvase de equipos y recurso humano por el cual el gobierno federal absorbe unidades previamente manejadas por gobiernos estatales. ¿Ese trasplante nos lleva a contar con servicios equivalentes a los del primer mundo? La respuesta es no, porque ese paradigma no se acredita por decreto, simplemente porque en realidad en poco se ha avanzado.

A pregunta expresa, en sus primeras declaraciones el doctor Hershenobich no apuesta a que necesariamente contemos con un Sector Salud como el de Dinamarca pero sí que “haya calidad y ciencia para toda la población”, es decir, implícitamente reconoce la distancia que aun nos aparta de la fortuna de contar con servicios de salud “mejores del mundo”, según la insistente retórica de López Obrador para quienes creen como artículo de fe todo lo que predica en su programa mañanero. ¿Quién en México no desearía que en materia de salud la palabra presidencial se correspondiera con la realidad? Lamentablemente no es así. Desafortunadamente, el doctor Jorge Alcocer, así se llama el actual Secretario de Salud, premio nacional de Ciencias Físico y matemáticas, galardonado por prestigiadas instituciones de Ciencia y Tecnología, cuando hace seis años se dio a conocer su nombramiento despertó amplias expectativas porque se vislumbró un positivo desempeño, pero las esperanzas se desvanecieron cuando López Gatell y el discurso presidencial en materia de salud relegaron aquellos méritos a los diplomas colgados en la pared. Que no vuelva a ocurrir es lo deseable.

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