*La Presidenta de la República considera estratégico
El desarrollo portuario de Tuxpan a gran escala
Para potenciar sistema portuario y economía nacional
Consolidar a Tuxpan Veracruz con el Puerto Profundo, frente al mar, le daría competitividad al sistema portuario nacional, al poder quitarle carga a puertos estadounidenses como Houston en donde llega actualmente el 80 % de la carga que viene a México del extranjero, corriendo una ruta en tráiler de 1,500 kilómetros, encareciendo productos comerciales.
La cercanía de Tuxpan con el centro del país es de 300 kilómetros aproximadamente, el Puerto Profundo podría permitir la llegada de las embarcaciones comerciales más grandes del mundo, que no caben en el rio.
De ahí la trascendencia de que Claudia Sheinbaum considere el desarrollo del puerto de Tuxpan como estratégico junto con Salinas Cruz para el desarrollo económico del país, para convertir a México dijo, en una potencia portuaria y económica.
Lo dicho por Sheinbaum es muy importante e histórico para el norte de Veracruz, pero también se ajusta al propósito de la gobernadora electa Rocío Nahle de hacer de Tuxpan un gran polo de desarrollo industrial.
Sheinbaum y Nahle podrían proyectar a Tuxpan y el norte de Veracruz hacia un desarrollo que haría historia, en una zona que por mucho tiempo ha sido a abandonada de los planes prioritarios de los gobiernos en turno.
Desde Adolfo Ruiz Cortines que prometió como candidato a diputado federal por este distrito tuxpeño, convertir a Tuxpan en un Nueva York chiquito, no ha habido un impulso de la fuerza para generar un verdadero desarrollo en Tuxpan y la región.
En 1983 la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) en un estudio especializado consideró al Puerto Profundo en Tuxpan, frente al mar, la mejor opción para construir un puerto internacional en México.
Lamentablemente el desarrollo del país ha estado entrampado en marañas de intereses económicos y políticos, que han lastrado así el crecimiento de México en muchas áreas, como la portuaria, por ejemplo.
El Puerto Profundo sería complementario de los puertos de Veracruz y Altamira y con la conexión con Coatzacoalcos y Dos Bocas podría potencializar el sistema portuario nacional.
Obviamente hay intereses aldeanos y mafiosos, que pretenden que Tuxpan no crezca como puerto y siga sobre la ribera del río, donde la delincuencia organizada tiene su terreno medido, como lo denunció el propio López Obrador a mitad de su gestión.
Por ello, es plausible y digno de reconocerse el que en sus primeras horas como presidenta de la República, considere el desarrollo portuario a gran escala de Tuxpan como estratégico para potenciar internacionalmente a México, donde el Puerto Profundo será clave.
El puerto profundo de Tuxpan representa una oportunidad única para el desarrollo económico de la región y del país. A través de la generación de empleo, el impulso a la industria local y la atracción de inversiones, este puerto tiene el potencial de transformar la economía de Veracruz. Sin embargo, enfrenta desafíos significativos que deben ser abordados de manera proactiva. La competencia, la sostenibilidad ambiental y la infraestructura de transporte terrestre son áreas críticas que necesitan atención.
El futuro del puerto dependerá de su capacidad para adaptarse a un entorno cambiante y aprovechar las oportunidades que se presenten. Con una planificación adecuada y un enfoque en la innovación, el puerto de Tuxpan puede consolidarse como un hub logístico clave en el Golfo de México y más allá.
LAS IDEAS Y OPINIONES AQUÍ EXPRESADAS SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DEL AUTOR Y NO NECESARIAMENTE REFLEJAN EL PUNTO DE VISTA DE REVISTA REPUBLICA.COM.MX.
Trump: ¿recesión en puerta? // Déficit público y gasto militar // Política arancelaria, suicida
México, SA Carlos Fernández-Vega
La recesión económica estadunidense toca a la puerta: la deuda pública rebasa por mucho el producto interno bruto de ese país y los principales indicadores se contraen, pero el siempre amenazante cuan bobalicón Donald Trump defiende su creencia de que todo funciona de maravilla, y si algo no pinta bien simplemente le achaca el resultado a su predecesor, Joe Biden. Pero al hombre naranja le acaban de meter un buen calambre: “La calificadora de riesgo Moody’s rebajó un escalón la nota crediticia de Estados Unidos, con lo cual la mayor economía del mundo perdió la preciada nota AAA, debido al enorme déficit presupuestario y las altas tasas de interés. También advirtió que los aranceles impuestos por el gobierno perjudicarán el crecimiento del país a largo plazo” ( La Jornada).
La información publicada en nuestro diario advierte que “Moody’s es la última de las tres principales agencias calificadoras en quitar la mayor calificación crediticia posible a Estados Unidos. Una menor calificación implica un mayor riesgo en el cumplimiento de pago y, en ese sentido, aumenta el costo para países y empresas al momento de financiar sus pasivos. Standard and Poor’s degradó la deuda estadunidense en 2011 y Fitch Ratings hizo lo propio en 2023. La rebaja de la nota de la categoría AAA a Aa1 supone un golpe al discurso del presidente Trump sobre la fortaleza económica y prosperidad del país. Las sucesivas administraciones y el Congreso estadunidense no han logrado un acuerdo sobre medidas para revertir la tendencia de los grandes déficits fiscales anuales y el aumento de los costos de los intereses, afirmó la calificadora”.
De dientes para fuera, el inquilino de la Casa Blanca reitera su intención de mejorar el balance financiero de su gobierno y reducir el brutal déficit que acumula, pero lo quiere hacer a costillas de la comunidad de naciones, mediante su enloquecida política arancelaria, a la cual pretende endilgar los excesos de su administración y de las previas. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit público estadunidense cerró 2024 en 2.2 billones de dólares, equivalente a 7 por ciento de su producto interno bruto y, oficialmente, no hay recursos para cerrar la brecha.
Si en realidad quiere abatirlo, más allá del discurso, existe una fórmula que sin duda contribuiría de inmediato a tal fin: abandonar su política guerrerista, reducir sustancialmente el presupuesto militar, que alcanza niveles históricos (muy cerca ya de un billón de dólares anuales) y cancelar su enloquecido programa de destinar un billón de dólares adicionales a la producción de armamento nuclear a lo largo de la próxima década, para duplicar ese monto de aquí a 30 años, de acuerdo con las estimaciones de su gobierno.
El presupuesto militar estadunidense se aproximó (2024) a un billón de dólares, monto cercano a 40 por ciento mundial de los recursos que se destinan ese renglón. Y de ese total, la Casa Blanca canalizó alrededor de 30 por ciento sólo a cinco de las principales empresas de armamento de esa nacionalidad.
El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo lo sintetiza así: en 2024, el gasto militar de Estados Unidos aumentó 5.7 por ciento, alcanzando 997 mil millones de dólares, lo que representa 66 por ciento del gasto total de la OTAN y 37 por ciento del gasto militar mundial. Una parte significativa de ese presupuesto se destinó a la modernización de las capacidades militares y del arsenal nuclear estadunidense para mantener una ventaja estratégica sobre Rusia y China. Los miembros europeos de la OTAN gastaron un total de 454 mil millones de dólares, 30 por ciento del gasto total de la alianza.
Por otra parte, de acuerdo con la información más reciente, Estados Unidos es uno de los países más endeudados del mundo (débito público): en 2024, el saldo se aproximó a 37 billones de dólares (algo así como 121 por ciento de su producto interno bruto), casi tres veces más del registro de 2014. El adeudo por habitante pasó de 48 mil 650 dólares en 2014 a más de 108 mil en 2024.
Ahora que amenaza con aranceles para todo el mundo, un elemento relevante es que su principal objetivo es China, poseedora, mediante bonos del Tesoro estadunidense, de alrededor de 800 mil millones de dólares de la deuda gringa. Y si el gigante asiático decide golpear, y fuerte, al inquilino de la Casa Blanca ya sabe por dónde puede empezar.
Las rebanadas del pastel
Entonces, Trump tiene opciones para reducir el déficit gringo, pero no le gustan. Prefiere aterrorizar a la comunidad de naciones, mientras la suya se hunde.
Trump: ¿recesión en puerta? // Déficit público y gasto militar // Política arancelaria, suicida
Por:
México, SA Carlos Fernández-Vega
La recesión económica estadunidense toca a la puerta: la deuda pública rebasa por mucho el producto interno bruto de ese país y los principales indicadores se contraen, pero el siempre amenazante cuan bobalicón Donald Trump defiende su creencia de que todo funciona de maravilla, y si algo no pinta bien simplemente le achaca el resultado a su predecesor, Joe Biden. Pero al hombre naranja le acaban de meter un buen calambre: “La calificadora de riesgo Moody’s rebajó un escalón la nota crediticia de Estados Unidos, con lo cual la mayor economía del mundo perdió la preciada nota AAA, debido al enorme déficit presupuestario y las altas tasas de interés. También advirtió que los aranceles impuestos por el gobierno perjudicarán el crecimiento del país a largo plazo” ( La Jornada).
La información publicada en nuestro diario advierte que “Moody’s es la última de las tres principales agencias calificadoras en quitar la mayor calificación crediticia posible a Estados Unidos. Una menor calificación implica un mayor riesgo en el cumplimiento de pago y, en ese sentido, aumenta el costo para países y empresas al momento de financiar sus pasivos. Standard and Poor’s degradó la deuda estadunidense en 2011 y Fitch Ratings hizo lo propio en 2023. La rebaja de la nota de la categoría AAA a Aa1 supone un golpe al discurso del presidente Trump sobre la fortaleza económica y prosperidad del país. Las sucesivas administraciones y el Congreso estadunidense no han logrado un acuerdo sobre medidas para revertir la tendencia de los grandes déficits fiscales anuales y el aumento de los costos de los intereses, afirmó la calificadora”.
De dientes para fuera, el inquilino de la Casa Blanca reitera su intención de mejorar el balance financiero de su gobierno y reducir el brutal déficit que acumula, pero lo quiere hacer a costillas de la comunidad de naciones, mediante su enloquecida política arancelaria, a la cual pretende endilgar los excesos de su administración y de las previas. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit público estadunidense cerró 2024 en 2.2 billones de dólares, equivalente a 7 por ciento de su producto interno bruto y, oficialmente, no hay recursos para cerrar la brecha.
Si en realidad quiere abatirlo, más allá del discurso, existe una fórmula que sin duda contribuiría de inmediato a tal fin: abandonar su política guerrerista, reducir sustancialmente el presupuesto militar, que alcanza niveles históricos (muy cerca ya de un billón de dólares anuales) y cancelar su enloquecido programa de destinar un billón de dólares adicionales a la producción de armamento nuclear a lo largo de la próxima década, para duplicar ese monto de aquí a 30 años, de acuerdo con las estimaciones de su gobierno.
El presupuesto militar estadunidense se aproximó (2024) a un billón de dólares, monto cercano a 40 por ciento mundial de los recursos que se destinan ese renglón. Y de ese total, la Casa Blanca canalizó alrededor de 30 por ciento sólo a cinco de las principales empresas de armamento de esa nacionalidad.
El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo lo sintetiza así: en 2024, el gasto militar de Estados Unidos aumentó 5.7 por ciento, alcanzando 997 mil millones de dólares, lo que representa 66 por ciento del gasto total de la OTAN y 37 por ciento del gasto militar mundial. Una parte significativa de ese presupuesto se destinó a la modernización de las capacidades militares y del arsenal nuclear estadunidense para mantener una ventaja estratégica sobre Rusia y China. Los miembros europeos de la OTAN gastaron un total de 454 mil millones de dólares, 30 por ciento del gasto total de la alianza.
Por otra parte, de acuerdo con la información más reciente, Estados Unidos es uno de los países más endeudados del mundo (débito público): en 2024, el saldo se aproximó a 37 billones de dólares (algo así como 121 por ciento de su producto interno bruto), casi tres veces más del registro de 2014. El adeudo por habitante pasó de 48 mil 650 dólares en 2014 a más de 108 mil en 2024.
Ahora que amenaza con aranceles para todo el mundo, un elemento relevante es que su principal objetivo es China, poseedora, mediante bonos del Tesoro estadunidense, de alrededor de 800 mil millones de dólares de la deuda gringa. Y si el gigante asiático decide golpear, y fuerte, al inquilino de la Casa Blanca ya sabe por dónde puede empezar.
Las rebanadas del pastel
Entonces, Trump tiene opciones para reducir el déficit gringo, pero no le gustan. Prefiere aterrorizar a la comunidad de naciones, mientras la suya se hunde.