¿Un síndrome electoral?


Punto de Vista    Filiberto Vargas Rodríguez

Prefacio.

A eso se ha limitado el papel del gobierno estatal frente a los hechos de violencia que ya se han vuelto cotidianos: a presentar una línea de investigación en la que, la mayoría de las veces, las víctimas resultan siendo responsables de su propia muerte. *** Este jueves la titular de la Fiscalía General del Estado, Verónica Hernández, confirmó el hallazgo de los cuerpos de Emma Lucía Bandala Herrera y Santiago Rodríguez Navarro, una pareja originaria de Poza Rica que desapareció el pasado 8 de abril. *** La servidora pública explicó que, a partir de las investigaciones realizadas, el móvil del crimen fue una venganza. *** Fue a partir una demanda civil que promovió la víctima en contra de José Silverio Cruz Fonseca, Araceli Bernabé Cruz y Daniel Cruz Bernabé. *** Los hoy fallecidos eran propietarios de una vivienda en el fraccionamiento La Florida Floresta de Poza Rica y denunciaron que dicho inmueble se encontraba habitado ilegalmente por los demandados. *** Resulta que Araceli Bernabé Cruz y José Silverio son padres de Daniel “N”, un sujeto señalado de formar parte de una organización delictiva. Según esta teoría del caso, fue el hijo quien planeó y ejecutó el secuestro de Ema Lucía y Santiago. Ya está detenido y vinculado a proceso. *** Los cuerpos de Emma Lucía Bandala Herrera y Santiago Rodríguez Navarro fueron localizados en la comunidad Palma Sola, del municipio de Coatzintla. Como parte del operativo, anunció la Fiscalía, hay 11 personas detenidas.

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 En la búsqueda de explicaciones para entender el fenómeno electoral ocurrido el pasado domingo (al margen de las investigaciones que se generen por las denuncias de múltiples y muy irregularidades) hay quienes sugieren la existencia de un fenómeno similar a lo que en la psicología se conoce como el “síndrome de Estocolmo”.

Este fenómeno ocurre cuando los rehenes o víctimas de abuso crean vínculos con sus captores o abusadores. Esta conexión psicológica se desarrolla a lo largo de períodos largos de cautiverio o abuso.

Producto de este síndrome, rehenes o víctimas de abuso pueden llegar a simpatizar con sus captores. Esto es lo contrario del miedo, el terror y el menosprecio que se podría esperar de las víctimas.

Con el paso del tiempo, algunas víctimas llegan a desarrollar sentimientos positivos hacia sus captores. Incluso podrían empezar a sentir que comparten objetivos y causas comunes. La víctima podría comenzar a desarrollar sentimientos negativos hacia la policía o las autoridades. Pueden llegar a sentirse resentidos con cualquiera que esté intentando ayudarles a escapar de la peligrosa situación en la que están.

Eso pudo haber sucedido con muchos de los votantes: sabían de los actos de corrupción de los gobiernos emanados de Morena; sabían de los abusos que se cometen todos los días en todo el país. Tenían claro que estamos viviendo uno de los períodos más violentos e inseguros de las últimas décadas, pero aún así, optaron por privilegiar al benefactor de los programas sociales. “Nunca habré de morder la mano que me da de comer”, respondían personas de la tercera edad cuando se les cuestionaba por el sentido de su voto.

“¿Me dicen que roban? Sí, como los de antes, pero aquellos nunca se preocuparon en darme un sustento para mis últimos años”.

De nada valieron las bien sustentadas explicaciones de los candidatos de oposición: los programas sociales no desaparecen por el simple hecho de que Morena deje de gobernar.

En Veracruz fue en esta elección, como hace seis años, la mejor opción. Un personaje con alta preparación, con una trayectoria impoluta, con experiencia política y en el servicio público. Está visto, sin embargo, que no siempre gana el mejor.

Hace seis años la explicación era: “fue víctima del efecto Peje”, hoy lo que se argumenta es que fue la marca (Morena) la que derrotó a la oposición.

Habrá aún muchas reflexiones sobre ese tema. Ojalá estas líneas aporten algo para entender lo sucedido.

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 Epílogo.

Las autoridades estatales se están viendo rebasadas por el número y la fuerza de los incendios forestales que se reportan en diversos puntos de la entidad. *** Ha sido los pobladores, los que con sus propios recursos han salido a combatir estas peligrosas conflagraciones, ante la inoperancia de los organismos de Protección Civil de los gobiernos estatal y federal.

 

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