Y TODO POR UNA P€NDEJADA, MIGUEL

Pablo Jair Ortega

ColumnaSinNombre

ColumnaSinNombre Pablo Jair Ortega

Que al gringo le falló la puntería
porque no puso “La Culebra” en el Spotify
—Chopenjawer


La suerte le cambió a la familia Yunes Márquez desde 2018.

Poco antes de las elecciones del 1 de julio de ese año, el patriarca y sus hijos andaban muy pendencieros, retadores, bravucones y “sacalepuntas”. Insultaban, por ejemplo, al que sería posteriormente el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Se sentían los nuevos dueños de Veracruz.

La debacle familiar inició ese fatídico día. La foto más elocuente del suceso la tomó el fotógrafo Miguel Carmona, a través de los ventanales de la oficina del entonces gobernador Miguel Ángel Yunes Linares en su despacho: preocupado, absorto, desesperado. Haga de cuenta la cara de Chalino Sánchez cuando recibió aquel recado en pleno concierto, poco antes de que le quitaran la vida.

En esas horas, el partido Morena arrasaba no sólo en Veracruz, sino en todo el país. Poco antes, su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez había salido ante los medios de comunicación a declararse vencedor de la contienda para heredar la gubernatura de su padre.

Pero quedó en ridículo: el ganador fue Cuitláhuac García Jiménez.

Días después, con la cola entre las patas, tuvo que salir a aceptar la derrota casi llorando de puro coraje.

De ahí el “amor familiar”, el del retrato feliz, se acabó y comenzó la desgracia.

Se sabe que entre el padre y los hijos hubo fuertes discusiones que los llevaron al distanciamiento. El reclamo era por varias cosas, pero principalmente por la nueva relación oculta del patriarca que no aprobaban los hijos o la manera en que se condujo como gobernador y que finalmente afectaría al proyecto político familiar.

Y así, se comenta, estuvieron varios meses: enojados, molestos, tristes, “peídos” entre ellos, especialmente por las calenturas del padre.

No obstante, hicieron lo que todo político profesional —de mucho varo— hace luego de un trago muy amargo o de haber ostentado un cargo con mucho estrés: irse del país para desconectarse de la política local.

Pero las “vacaciones” las calcularon mal. Un error de primaria.

Y los problemas se notaron más con la ausencia del padre.

Yunes Linares seguramente estaba muy contento con su nueva vida en pareja, viviendo en Miami y paseando por el mundo. Miguel Junior andaba por el extranjero supuestamente estudiando; su hermano Fernando se mantenía como alcalde de Veracruz; por su parte, Omar, el más desconocido pero considerado como el cerebro financiero, fue escondido en Estados Unidos y se dice que fue a recomendación de su papá: “Baja tu perfil. No llames la atención”.

Y es que de Omar depende toda la fortuna de los negocios familiares.

Pero los hermanitos metidos en la política, Miguel y Fernando, quizás sintieron que no necesitaban a su progenitor y comenzaron a hacer cosas por sí solos sin tener en cuenta que iban a necesitar, por lo menos, el consejo del patriarca. Ya ni se diga de sus contactos políticos o su perversa forma de usar la información.

Al estar fuera el papá de las jugarretas de Miguel y Fernando, estos comenzaron a cometer errores garrafales como el caso de la Torre Arista, cimentada en lo más podrido de la corrupción. Hay también señalamientos graves por la manera en que se condujo Fernando como alcalde de Veracruz, y que han terminado en denuncias por parte del Órgano Fiscalizador del Estado para que aclare asuntos de dinero.

Pero el error más grave (y que los tiene ahorita exiliados y perseguidos por la justicia) fue la pretensión de Miguel Junior para relevar a su hermano Fernando en la Presidencia Municipal de Veracruz para el periodo 2022-2025. Lo intentó a sabiendas de que no tenía el tiempo de residencia efectiva en el municipio que pretendía gobernar, de acuerdo a lo que marca la ley. Todo ese tiempo lo pasó fuera del estado (supuestamente estudiando), además de que su casa ni siquiera estaba en el puerto de Veracruz, sino en Alvarado.

Para lo anterior (suponemos que fue así; es lo más obvio) Miguel le pidió a su hermano que le ayudara con papeles oficiales del Ayuntamiento para justificar que sí vivía en el puerto de Veracruz en el tiempo contemplado por ley… pero les salió mal la jugada y se les cayó la mentira. Una verdadera p€ndejada de los chamacos.

Tan se les cayó la mentira, que Miguel Junior no pudo acreditar su residencia y tuvo que mandar a su esposa como candidata.

Ahí se supo que Miguel Junior, sin su padre, comete errores infantiles: no sólo por no calcular bien las fechas y el lugar necesario para poder contender como candidato a la alcaldía (algo que, sin duda, su papá se lo hubiese observado a tiempo), sino porque todavía utilizó documentos oficiales para falsear su residencia, lo que configuraba un delito.

Miguel padre, por experiencia, sabe que iba a ser difícil defender al vástago sin la protección política de la que gozaron con funcionarios de gobiernos del PAN y el PRI. Ahora con los “morenos” a lo único que le podía apostar era al olvido, al “no me miren, yo no hago ruido; miren estoy calladito”. A nadar de muertito, pues.

Pero la calentura del mayorcito de los Yunes Márquez los puso otra vez en aprietos.

Fue notable, ahora sí, la operación del patriarca en la reciente campaña de este 2024. En pasados meses se le vio en reuniones, visitando personajes claves, con el único fin de lograr que su hijo se convirtiera en senador de la república; incluso hasta se apuntó de suplente para arropar a su primogénito.

Quizás Yunes Linares sabía que de todas maneras habría que contemplar el escenario de la derrota: Morena es una marca muy fuerte políticamente y los Yunes iban a competir abanderados por los tres partidos políticos más desacreditados del país: el PRI, PAN y el PRD.

Tampoco podía arriesgar a su hijo como candidato a la gubernatura para que sufriera otra derrota de la cual no se iba a poder recuperar. Para eso, Yunes Linares optó por impulsar a su hijo al Senado y convencer de hacer candidato a la Gubernatura de Veracruz al personaje más débil, pero útil: el priísta Pepe Yunes.

Así fue: el 2 de junio el cándido candidato Pepe Yunes volvió a perder la gubernatura, pero Miguel Ángel Yunes Linares, astuto y marrullero como siempre, jugó a perder para ganar y su hijo Miguel, aunque no ganó la elección, recibe un premio de consolación como senador de primera minoría; es decir, como “segundo lugar” le dan su escaño.

Desde esa posición se sabe que Yunes Márquez pediría licencia en 2025, su padre asumiría como suplente y buscaría nuevamente la alcaldía de Veracruz relevando a su esposa, la actual presidenta Patricia Lobeira. De ahí, para 2030, otra vez la gubernatura.

El problema es que oooootra vez le falló el cálculo a los Yunes: en votación salieron mal y Morena nuevamente arrasó tanto en el país como en el estado. Esa votación ratificó al partido lopezobradorista como la nueva clase política gobernante con gran poder popular.

Lo peor (otro error): hicieron una campaña misógina y grosera, en contra de la candidata morenista Rocío Nahle. Todo mundo sabía de dónde venían los insultos, por ejemplo, del disque empresario apellidado Castañé; todo mundo sabía quien aconsejó a Pepe que usara lo de “la zacatecana” en sentido denigrante. Toda esa campaña llevaba el sello de los Yunes.

Y es que nuevamente se envalentonaron y creyeron que la parte mediática, el supuesto control de la narrativa, les daba casi-casi el triunfo absoluto. La vieja clase política-empresarial-periodística que los apoyaba también se la creyó y se empinaron.

La p€ndejada de Miguel también iba a salir muy cara: el uso de los documentos oficiales para falsear su residencia se convertiría en su Waterloo. Por querer andarle haciendo al «chistoso» con su hermano Fernando, los dos tuvieron que salir exiliados del país porque los buscan para que respondan ante la justicia por el “chistecito”.

Y por ese “chiste”, por esa p€ndejada, Miguel Junior muy probablemente no podrá rendir protesta como senador porque se la va a pasar a salto de mata escondiéndose en los Estados Unidos. Quizás su padre se atreva a tomar su lugar, pero para entonces también le podría caer el moco con denuncias que tiene desde hace rato en la Fiscalía General de la República.

Se sabe que los Yunes Márquez están desechos anímicamente: exiliados, sin protección política, perseguidos por los sabuesos de los “morenos”, con graves conflictos familiares; lo único que les queda es aventar mensajes ridículos e irrisorios.

Basta ver el video —donde aparece con cara de pánico— insultando y agrediendo con toda la soberbia al juez que lleva su caso; se muestra retador y dispuesto a todo, pero ya en la audiencia huye y se enferma, evidenciando una estrategia en la que su papá debe haber hecho el coraje más grande al verlo así: sin idea de cómo afrontar lo que sabe les viene.

Cuentan incluso algunos chismosos en Veracruz, que, en su desesperación, intentaron hasta boicotear la boda de la hija de la gobernadora electa. Ya de ese grado la demencia…

Y todo por una p€ndejada, Miguel: sólo había que calcular fechas y no falsear documentos.

Si hubiese escuchado a su papá, tal vez la historia sería diferente ahora.

Bueno, que disfruten el gabacho, “la jaula de oro”, como le dicen los paisanos por allá.

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