LA SOBERBIA DE LOS DIRIGENTES DE PARTIDO LOS HUNDE Y LOS PIERDE

Más claro…Felipe Mendiola Parra

– Yunes Linares perdió 107 alcaldías de 210, en Veracruz
– La improvisación de Ramírez Zepeta fue muy evidente

Guardando todas las proporciones con lo que estamos viendo, es importante recordar que, en 1997, siendo dirigente del PRI estatal, Miguel Ángel Yunes Linares, el partido tricolor perdió 107 alcaldías de 210 que en ese año existían.

Fueron muchas las razones, pero elementalmente por la soberbia que envolvió al dirigente y que también despreció a importantes hombres y mujeres, que pudieron ser candidatos, pero que no eran de su agrado.

En ese caso no fue por falta de oficio político, porque ese caballero había demostrado en muchas ocasiones sus capacidades, pero el pueblo respondió a ese comportamiento que lo hacía sentirse sobrado y las derrotas seguramente las sigue cargando, porque fueron, prácticamente, un mal presagio para el partido que pomposamente llamaban “La aplanadora”. Después vino la debacle que muchos conocemos.

Efectivamente, algunos episodios de la historia muchas veces se repiten, por desconocimiento o por la arrogancia que el ser humano deja que lo invada y pierda el piso, llegando a sentirse el “rock star” y olvidándose de que también tiene sus puntos débiles.

Un caso que conocí muy de cerca ese año (1997), fue el de Erasmo Gómez Dolores (QEPD), que en Tlacotalpan había trabajado intensamente en las filas del PRI y todo indicaba que, si lo postulaba ese partido ganaría con mucha ventaja, y así lo hicieron creer, para decirle de última hora que él no iba, que sería otra persona por razones y compromisos de la superioridad.

El PAN sabiendo del capital político que ya traía el maestro Erasmo, lo invitó a que fuera su candidato y aceptó, lo que provocó el enojo de la cúpula del PRI de esa época e incluso lo persiguieron, pero permaneció oculto unos días, hasta que pudo salir a la luz pública y ser presentado como candidato panista. Ganó al PRI al dos por uno.

Esto no es para que se sienta mejor Esteban Ramírez Zepeta, el dirigente de Morena, pero aprovechando este torbellino de pasiones, hoy se puede escribir parte de la historia política del estado de Veracruz.

Lo que sucedió el domingo pasado si llama la atención, porque la llegada de Morena es muy reciente y no es posible que la improvisación del dirigente, que no líder, se muestre de manera tan cruda y afecte un plan de trabajo que seguramente traía otras proyecciones y que, con esto, merma la fortaleza de ese partido, que nació como Movimiento de Regeneración Nacional.

No siempre ha tenido razón el senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, pero los reclamos que hacía del mal trabajo de la dirigencia que él entregó a Ramírez Zepeta, si se justificaban, pero el resto de morenistas se alineaba de acuerdo como viniera la corriente de opinión y dejaron que continuara con esos tropiezos, que ya se han mencionado. Ahí están los resultados.

Ramírez Zepeta fue motivo de comentarios muchas veces, porque no se preparaba, se mostraba falto de oficio, falto de discurso, falto de presencia y, por si fuera poco, se mostraba arrogante y cuentan los que lo acompañaron en alguna ocasión a consumir bebidas espirituosas, que ya “intoxicado”, cambia el tono de voz y quiere hablar como norteño, que eso sería lo de menos, pero en lo práctico, no pudo sostener el ritmo de trabajo que se requería. Más claro ni el agua.