La información publicada en nuestro diario advierte que “Moody’s es la última de las tres principales agencias calificadoras en quitar la mayor calificación crediticia posible a Estados Unidos. Una menor calificación implica un mayor riesgo en el cumplimiento de pago y, en ese sentido, aumenta el costo para países y empresas al momento de financiar sus pasivos. Standard and Poor’s degradó la deuda estadunidense en 2011 y Fitch Ratings hizo lo propio en 2023. La rebaja de la nota de la categoría AAA a Aa1 supone un golpe al discurso del presidente Trump sobre la fortaleza económica y prosperidad del país. Las sucesivas administraciones y el Congreso estadunidense no han logrado un acuerdo sobre medidas para revertir la tendencia de los grandes déficits fiscales anuales y el aumento de los costos de los intereses, afirmó la calificadora”.
De dientes para fuera, el inquilino de la Casa Blanca reitera su intención de mejorar el balance financiero de su gobierno y reducir el brutal déficit que acumula, pero lo quiere hacer a costillas de la comunidad de naciones, mediante su enloquecida política arancelaria, a la cual pretende endilgar los excesos de su administración y de las previas. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit público estadunidense cerró 2024 en 2.2 billones de dólares, equivalente a 7 por ciento de su producto interno bruto y, oficialmente, no hay recursos para cerrar la brecha.
Si en realidad quiere abatirlo, más allá del discurso, existe una fórmula que sin duda contribuiría de inmediato a tal fin: abandonar su política guerrerista, reducir sustancialmente el presupuesto militar, que alcanza niveles históricos (muy cerca ya de un billón de dólares anuales) y cancelar su enloquecido programa de destinar un billón de dólares adicionales a la producción de armamento nuclear a lo largo de la próxima década, para duplicar ese monto de aquí a 30 años, de acuerdo con las estimaciones de su gobierno.
El presupuesto militar estadunidense se aproximó (2024) a un billón de dólares, monto cercano a 40 por ciento mundial de los recursos que se destinan ese renglón. Y de ese total, la Casa Blanca canalizó alrededor de 30 por ciento sólo a cinco de las principales empresas de armamento de esa nacionalidad.
El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo lo sintetiza así: en 2024, el gasto militar de Estados Unidos aumentó 5.7 por ciento, alcanzando 997 mil millones de dólares, lo que representa 66 por ciento del gasto total de la OTAN y 37 por ciento del gasto militar mundial. Una parte significativa de ese presupuesto se destinó a la modernización de las capacidades militares y del arsenal nuclear estadunidense para mantener una ventaja estratégica sobre Rusia y China. Los miembros europeos de la OTAN gastaron un total de 454 mil millones de dólares, 30 por ciento del gasto total de la alianza
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Por otra parte, de acuerdo con la información más reciente, Estados Unidos es uno de los países más endeudados del mundo (débito público): en 2024, el saldo se aproximó a 37 billones de dólares (algo así como 121 por ciento de su producto interno bruto), casi tres veces más del registro de 2014. El adeudo por habitante pasó de 48 mil 650 dólares en 2014 a más de 108 mil en 2024.
Ahora que amenaza con aranceles para todo el mundo, un elemento relevante es que su principal objetivo es China, poseedora, mediante bonos del Tesoro estadunidense, de alrededor de 800 mil millones de dólares de la deuda gringa. Y si el gigante asiático decide golpear, y fuerte, al inquilino de la Casa Blanca ya sabe por dónde puede empezar.
Las rebanadas del pastel
Entonces, Trump tiene opciones para reducir el déficit gringo, pero no le gustan. Prefiere aterrorizar a la comunidad de naciones, mientras la suya se hunde.
X: @cafevega