

LineaCaliente Edgar Hernández*
El 13 de noviembre del año pasado ante la Sheinbaum, la gobernadora electa Roció Nahle, por encima del atarantado, anunció el arranque del “Bachetón” para 7 mil kilómetros de carreteras, caminos vecinales, avenidas y calles.
No se supo más.
A la par, con bombo y platillo, adelantó una cruzada para tapar 2 mil 545 kilómetros de hoyos.
Tampoco se supo más.
En materia de hoyos, hoyitos y hoyotes “Unos son de la Federación y otros del estado, pero son las arterias principales que atenderemos en repavimentación”, dijo en ese entonces la futura gobernadora.
Hoy el “Bachetón” sigue impune.
A este maravilloso programa hace unas semanas se le agregó el “Fugatón” enfocado a reducir el 90 % de las fugas y reparar por completo los daños en el pavimento y las excavaciones abiertas en un plazo de tres meses, a través de la Comisión de Agua del Estado de Veracruz (CAEV)
Todo un programón que al arranque llenó los mejores espacios mediáticos, pero al paso de los días se convirtió ante el imaginario colectivo en puro cuento.
Pero, no hay fijón.
La alegría jarocha siempre llena de entusiasmo y buenas vibras decidió legalizar los baches, hacerlos suyos con o sin Bachetón”
Y es que tras los magros resultados plagados de demagogia la flota decidió agarrarle querencia al bache, adoptarlo e integrarlo a la foto familiar. De coraza determinó tenerlo presente fuera de tú casa o en las arterias de acceso a los municipios, calles, avenidas, parques y sitios de interés público e histórico, incluso de integrarlo, digamos de manera formal, a la Constitución.
Ya se está considerando incluso construir «El Museo del Bache» con los mejores exponentes en tamaño y profundidad recordando que en política la forma es fondo.
Y es que es punto mas que imposible ignorar su presencia en las autopistas -por cierto, las más caras de México- que tiene tramos históricos cual parajes lunares ¿Se imagina usted un mural del 5 por 12 en la entrada del Museo del Bache «Cuitláhuac García»?
¿Y, qué decir, de las zonas montañosas o las de acceso directo al sur del estado hasta Coatzacoalcos y al norte hasta Tuxpan -no contamos hasta Pánuco porque es ir como a la Luna- que conservan, como piezas de museo, crecientes hoyancos en espera de madurar cuando se formalicen las lluvias?
Cuentan los viejos que en Veracruz hay hoyancos que datan de la Edad de Piedra -por no ser exagerados-. También otros distinguidos baches en donde se siembran árboles y en las grandes avenidas, como las del corredor Veracruz-Boca, en donde para atraer al turismo el comercio organizado se dio a la tarea de sembrar flores y orquídeas.
En realidad, la imaginación no tiene límites en tratándose de baches.
Hay incluso quien llevó al maestro albañil a su calle favorita para delinear baches en forma de corazón. Otros donde clavaron cruces de madera en evocación a cuanto automóvil y camioneta dejó sus restos.
Existen también los baches alimenticios que son aquellos en donde se siembra maíz y otros menos ambiciosos en donde la vecina siembra epazote.
Los chismes, ya sabe usted, dejan en claro que en la colonia del Periodista del puerto los colegas sembraron chayotes.
El crimen organizado también se ha sumado a la tradición del bache. Sin el menor rubor siembran plantas de marihuana y otros opioides y es que, según la leyenda de ahí sale bien fresca la yerba.
Hace unos días un animado pretendiente, un peroteño humilde pero sacrificado, se le declaró a la novia al pie del bache al pie de la vivienda de la amada que la vio crecer.
Ya mismo ¿Quién no tiene un bache consentido? ¿Quién no rinde respeto al cráter que identifica la calle de su centro de trabajo? ¿Qué automóvil o camión no guarda la huella que le dejó el bache en su rodar?
Olvidemos al “Bachetón” y todo lo demás que termine en “tón” que no son más que arranques demagógicos y falsas promesas de cumplimiento (Bachetón inició en noviembre 2024 y debió concluirse el pasado marzo del año en curso, pero nadie sabe, nadie supo).
Lo del “Bachetón” fue acaso un bache cerebral el que impidió se cumpliera o acaso si se cumplió, pero se olvidó informar a la ciudadanía que oficialmente ya no hay bache alguno en los 212 municipios.
Eso no se sabe. Lo cierto es que los legendarios baches siguen ahí festejando años de vida.
Confiemos, sin embargo, que el segundo piso de la transformación no vuelva a caer en un bache tan profundo que desaparezca considerando el hoyanco del pasado primero de junio en el que se extraviaron por el caño electoral un millón de votos.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo